14. Veteranos contra novatos

Start from the beginning
                                    

El bramido emitido por los soldados estremeció la ciudad, un grito de guerra monstruoso proferido por bestias salidas de las brasas de la tierra. A pesar de su apariencia, eran similares a los infrahumanos; eran dragones rebajados a su forma humana.

Aun profiriendo el aguerrido grito, comenzaron a correr por el puente, yendo hacia la gran puerta de hierro que bloqueaba el paso. Pero la ciudad estaba preparada para darles la bienvenida. Cientos de arqueros se asomaron por encima de la muralla.

—¡Ataquen! —gritaron, desde lo alto.

Una lluvia de flechas invadió el cielo para luego caer en picada hacia el ejército invasor. Las saetas impactaron en los novatos haciendo que perecieran de inmediato. Otros más atentos, alzaron el pesado escudo, evitando la arremetida. Las flechas eran el doble de gruesas que las normales, perfectas para penetrar la armadura del enemigo.

El líquido escarlata que emanaba de los caídos comenzó a mezclarse con la nieve que cubría el suelo empedrado del puente; era el comienzo de una guerra, un paisaje inspirador para la muerte que rondaba cual tétrico espectador. El aroma a sangre despertó la ira de los soldados que aún estaban en pie, movilizándose entre los cuerpos de sus compañeros muertos.

Llegaron ante las enormes puertas; un ejército enfurecido de armaduras plateadas los esperaba con una barricada de troncos en punta y lanzas, donde unos chocaron perdiendo la vida al instante. Otros más astutos, frenaron su marcha para mandar un grito ensordecedor, se quitaron sus cascos esqueléticos y, como si se tratase de un acto circense macabro, escupieron un fuego voraz, quemando a algunos infortunados.

Las llamas abrasadoras no tuvieron compasión alguna, sacaron despavoridos a muchos mientras que los más osados, queriendo controlar la plaga invasora, dejaron las armaduras de lado para dar paso a su instinto animal. Docenas de bestias parecidas a los lobos, que se diferenciaban unas de otras por los diferentes tonos de gris en su pelaje, salieron detrás de las trincheras para lanzarse contra sus adversarios.

La batalla lejos de ser algo normal a lo que el ojo de un soldado común estaba acostumbrado, se convertía poco a poco en una carnicería de bestias...

El aviso de que la ciudad se iba a convertir en uno de los puntos de ataque de La Rebelión tomó por sorpresa a los habitantes, algunos de los cuales tomaron partida para unirse al ejército que en ese momento enfrentaba la amenaza. Las mujeres y los niños fueron despachados de la ciudad así como las familias nobles, yendo hacia una de las aldeas dispuestas por el reino de Borsgav para refugiarlos. La ciudad no estaba en parte desprotegida, muchos se quedaron por temor a perderlo todo y otros para abastecer a los soldados o simplemente sirviendo como carne de cañón...

La batalla continuaba; los gruñidos de las bestias estremecían a la comunidad detrás de la muralla, siendo para los pocos que amaban el arte de la guerra una invitación para salir y tener el placer de matar a un ser vivo.

En la seguridad atrás de los fortificados muros, un conde que portaba una desgastada armadura por tantas guerras vividas, delegaba órdenes a los soldados que corrían hacia los puntos donde se dispusieron los herreros y armeros para abastecer el ejército en armamento. Iba armado hasta los dientes; su cinturón portaba dagas de todo tipo, en su espalda colgaba un arco y un carcaj abarrotado de flechas, así como una espada que estaba bien cubierta por una tela negra. De su cinto, en la parte trasera colgaban dos sables y aparte de eso, ocultos entre sus mangas y botas guardaba un par de cuchillos.

Aquel imponente hombre de rostro expresivo por las arrugas que le heredó el tiempo, de mirada celeste que comunicaba serenidad era Renart, o Martías como se le conocía en un pasado. Estaba en Voreskay por orden de Patrick, trayendo consigo a su tropa de subordinados para enfrentar al ejército de Transaleste que sabía, no sería contenido por mucho tiempo.

El mensaje de los Siete [IyG II] ©Where stories live. Discover now