19 | Rompiendo las barreras.

Comenzar desde el principio
                                    

Ruedo los ojos. Aunque me encantaría responder a su ofensa con algún comentario ingenioso, prefiero ahorrármelo. Sé que está intentando provocarme. Prestarle atención solo serviría para darle lo que busca, de manera que me limito a hacer oídos sordos ante lo que me dice. Ni siquiera levanto la cabeza. En su lugar, continuo sentada en la mesa de la cocina, con mi desayuno recién engullido en el estómago, observando el papel que Noah me dio hace unas semanas.

Él mismo nombró este documento como una lista de gente talentosa. La he revisado decenas de veces, tratando de encontrar algo que llame mi atención. De entre los quince candidatos que el chico bailarín reunió para mí, solo hay dos que me interesan. El primero es un joven escritor que acaba de terminar su primer libro, mientras que el segundo consiste en una banda de música formada por cinco adolescentes de un instituto cercano al nuestro. Tengo que preparar un artículo para el mes que viene, por lo que espero que Noah esté dispuesto a ayudarme a convencerles para que me concedan una entrevista.

Me entretengo repasando los círculos he hecho entorno a sus nombres hasta que oigo cómo Jason se aclara la garganta. Vuelve a hacerlo al notar que le estoy ignorando. Carcomida por la irritación, tuerzo la cabeza para mirarle. Está apoyado en la encimera, con los brazos cruzados. Lleva su característica chaqueta de cuero negro —que le hace parecer un ridículo motero en miniatura— y se ha peinado el flequillo hacia arriba, como si fuera una cresta.

—¿Qué quieres? —increpo, seca.

—Vete de una vez.

—Déjame en paz, Jase.

Gruñe al escucharme, y eso me hace sonreír.

—No vuelvas a llamarme así.

—Si tanta prisa tienes, sal tú primero hoy —propongo, dándole la vuelta al papel. Subrayo un nuevo nombre que me llama la atención—. Yo iré luego. No tienes que preocuparte por tus normas, a mí tampoco me gustaría que me vieran aparecer contigo. Mis amigos creerían que eres mi nueva mascota y odiaría tener que dar explicaciones.

Acabo la frase curvando todavía más mis labios hacia arriba. Me felicito mentalmente porque he sido muy ingeniosa. Se ve que la práctica hace al maestro; dentro de poco, se me darán tan bien estas cosas que Jason no podrá ni plantearse el competir conmigo.

No obstante, mi hermanastro pasa por alto mi ofensa. Tras poner los ojos en blanco, se acerca a su silla para recoger su mochila y se la echa al hombro. Le observo de soslayo, a la espera de que me deje sola en la cocina. Pero no lo hace, sino que se dirige al fregadero para servirse un vaso de agua.

—¿Esperas a alguien? —me pregunta entonces, con aire despreocupado.

Enarco las cejas. ¿Desde cuándo le interesa lo que yo haga con mi vida?

—No te importa.

—Sé que sois amigos. Carter y tú. Mamá me lo ha contado.

Eso sí que consigue sorprenderme. Me giro hacia él porque siento la necesidad de ver la expresión de su rostro. Sin embargo, me topo con que sigue tan impasible como siempre. La ira me hace apretar los puños. ¿Cómo se atreve siquiera a hablar de Noah después de lo que le hizo?

—¿Tienes algún problema con eso? —demando.

Jason niega con la cabeza. Deja el vaso en el lavavajillas.

—Era solo un comentario. Relájate. ¿Acaso estás en tus días?

De nuevo, me habla con una autosuficiencia que me saca de quicio. Me muero de ganas de ir hasta él y borrarle esa sonrisa de una patada, mas termino quedándome en mi sitio. Al final, decido centrarme en mis cosas para que se dé cuenta de que no estoy haciéndole caso. No merece la pena perder el tiempo en gente como Jason. Lo único que él aporta en mi vida son cosas desagradables, y no se merece ni una pizca de mi atención.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora