-De los dos. Tu estás tan en peligro como yo. Isaac, has hecho mucho por mi, desde que llegué aquí has estado cuidandome.

Me miró intentando averiguar mis intenciones.

-Deja que sea yo quien mire por ti ahora. Duérmete, tengo que hacer algo. Estaré bien, solo... Relajate.

Él asintió y yo suspiré aliviada. No tardó en dormirse en el sillón, cogí una manta del armario le tapé con ella, le miré durante varios segundos y sonreí, lo que iba a hacer le ayudaría, tal vez no era demasiado pero así podría estar tranquilo.

Subí a mi habitación y cogí una maleta de debajo de la cama. Saqué algo de ropa del armario y decidí durante un buen rato que guardar en ella, la doblé y coloqué, preparé la mochila para el lunes.

Cerré la maleta e hice la cama, que llevaba deshecha desde que nos habiamos ido por la mañana. La bajé abajo con cuidado de no hacer ruido y miré el reloj del movil. Había tardado una hora y cuarto.

Abri el contacto de mi padre y le escribí un mensaje.

"Dile a Karen que voy para allá"

Puede que en Alemania fuera tarde. Pero aun así mi padre no tardó en mandar un "Ok" a modo de respuesta.

Cogí mi chaqueta, el papel con la dirección de la nevera y volví al salón, me encontré con Isaac ya despierto y algo extrañado mirando la maleta.

-¿Qué pasa? -Preguntó

-Nos vamos.

Él me miró confuso y se enderezó en el sofá sin dejar de mirarme.

-Tu a tu casa a descansar, y ya de paso me dejas en la de una compañera de mi padre. Voy a quedarme con ella hasta que vuelva de Berlín.

-¿Y si pasa algo?

-No va a pasar nada, y si pasa estaré con ella, no estaré sola y no tendrás que pasar las noches despierto.

-¿Y por qué a accedido a quedarse contigo sin conocerte de nada? Es extraño Iris.

-Porque sabe que soy una bellisima persona y está deseosa de conocerme, obviamente... -Dije intentando sacar el lado humorístico de la situación-. Isaac no va a pasar nada, y de todas formas no te he preguntado, te estoy afirmando que me voy a ir con ella.

Isaac se rio.

-Cuando te haces la rebelde te salen hoyuelos.

Yo me tapé las mejillas y le miré seria, fue un trabajo titánico ya que en realidad me estaba riendo interiormente.

-Estoy intentando tener una conversación seria contigo. -Me quejé.

-Vale vale... ¿Donde se supone que vive? -Preguntó.

-¿Para que quieres saberlo?

-Primero. Tengo que llevarte allí. Segundo. Para cuando tenga que ir a salvarte de las garras de vete tu a saber que monstruo infame. -Al oir eso puse los ojos en blanco-. Y en ese momento no dudaré en decirte "Te lo dije".

-Sigue soñando. -Dije desfiante-. Si resulta que termina no siendo así me invitarás a un Mexicano. -Sonreí.

Isaac se pusó de pie y se acercó a mi, estaba a tan solo unos pasos, y he de decir que la diferencia de altura no era excesiva pero si la suficiente para que Isaac tuviera que bajar la vista unos centimetros para mirarme. Dirigió la vista a mis ojos azules y esbozó media sonrisa.

-Eres buena en las negociaciones. -Dijo tras extender la mano-. ¿Hecho?

Yo se la estreché.

-Hecho. -Sonreí. Le di el papel y él lo examinó con detenimiento.

-Está a solo dos manzanas de mi casa. Si ocurré algo me presentaré allí en tres minutos.

-Pero no será necesario porque no va a pasar nada.

Llegamos al cabo de unos minutos a un edificio igual al de Isaac. Ya que estaban en la misma calle pero diferentes puntos. Bajé y cogí mi maleta del maletero, Isaac bajó la ventanilla y me miró.

-¿Estarás bien?

Yo asentí.

-Ni lo dudes. -Me despedí con un gesto con la mano y cuando perdí de vista el coche llamé al timbre. Nadie respondió. Simplemente oí un zumbido en la puerta, la abrí y me metí en el ascensor, le dí al botón de la quinta planta y tardé varios segundos en subir. El pasillo estaba a oscuras, y yo asustada. Llamé a la puerta y oi unos arañazos detrás de ella, saqué el movil de mi bolsillo y lo debloqueé por si tenía que pedir ayuda. Los arañazos se convirtieron en ruidos de un cerrojo siendo desbloqueado.

La puerta se abrió y una mujer rubia, con los ojos color oliva que sostenía un perro, bastante inquieto me sonrió.

-Tu debes de ser Iris. -Soltó al cachorro de pastor alemán por el suelo y este empezó a corretear por la casa-. Yo soy Karen. Trabajo con tu padre... Pero eso ya lo sabías. ¿Quieres pasar?

Yo tiré de mi maleta hacia el interior y miré alrededor, el apartamento era bastante grande y la puerta daba directamente al salón.

-Te he preparado la habitación de invitados. -Continuó-. Siento mucho no tener una cena decente acabo de terminar el papeleo... Si quieres podemos pedir una pizza o comida china, lo que prefieras.

-Me parece bien una pizza -Sonreí.

-Ve acomodándote mientras la pido. Tu habitación es la segunda puerta a la derecha.

Me dirigí a donde me dijo, en sí estaba decorada de manera simple, en todos crema pero con un toque femenino. Dejé la maleta sobre la cama y la abrí, comencé a sacar la ropa cuando un ladrido me hizo bajar la mirada al suelo.

El Pastor Alemán de Karen ladró otras dos veces y se me quedó mirando fijamente, estudiándome. Me ladró de nuevo y yo me agaché para acariciarle, al principio parecía molesto, incluso gruñía, pero luego se tranquilizó y se fue.

Yo me quedé un tanto extrañada por su comportamiento, pero lo entendí al verme en el espejo, mis ojos brillaban.

Yo me los frote pero no volvían a su estado normal, salí al pasillo, fui corriendo al baño y me eché agua en la cara, pero nada ocurría. Iba a volver a la habitación de nuevo cuando la voz de Karen me sobresaltó.

-Pizza pedida. -Yo cerré los ojos corriendo y me los cubrí con la mano-. Iris ¿Estás bien?

-Sí, es solo que se me ha metido algo en el ojo, se me pasará.

-Conozco un remedio para eso, déjame que vea.

-No, de verdad, no pasa nada. -Insistí-. Yo me encargo.

-Déjame que te ayude de verdad. Puso su mano sobre la mía y me la quitó de la cara. -No me quedaba otra que ceder y que fuera lo que dios quisiera, abrí los ojos y Karen se quedó en silencio extrañada.

-No veo nada.

Me giré para mirarme en el espejo, de nuevo mis ojos tenían su tono azul natural.

-¿Estás bien? -Preguntó.

Yo asentí intentando restarle importancia.

-Ya se me habrá quitado, gracias de todas formas. -Continué con la mirada perdida en mi reflejo, Karen me dio una palmada en la espalda y salió del baño. Yo apoyé los puños en la encimera del lavabo y cerré los ojos de nuevo, cuando parpadeé se volvieron violetas de nuevo. Al parecer, de su verdadero color.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Where stories live. Discover now