10. Arteas [Prt. II]

Start from the beginning
                                    

—Sutz, entiende, no lo hagas —reclamó, reparando en los ojos negros de su guardiana, dándole la espalda a Vincent.

—Tú entiende que es para protegerte —alegó la guerrera quien la hizo a un lado, dispuesta a terminar con él.

Llegó casi al último escalón, dejando atrás a la dama que se debatía en intervenir en la pelea venidera. Sabiendo que no le gustaba que la tratara como un soldado más, concluyó decir:

—Sutz, te lo ordeno. Soy la reina, tienes que obedecerme.

La mencionada se detuvo, pisando el último escalón. Se puso tenso el semblante; odiaba que la mandaran como un soldado. Protegía y escoltaba a sus superiores sin condición alguna, pidiendo del mismo modo que la trataran como una persona, no como un lacayo más.

—¿Por qué el afán de no querer que le patee la cara a este infeliz para que también me trates así? —espetó sin apartar la vista de Vincent quien, cruzado de brazos, se mantuvo a la expectativa.

—Porque él...

La reina quedó muda al percatarse que un tigre, de casi el mismo alto que ella, la rebasó, corriendo a toda velocidad hacia el conde. Apenas lo detectó, Vincent abrió los ojos sorprendido; nunca había visto un animal de esas proporciones y menos a un tigre de pelaje blanco.

El animal tenía erizado el pelo, mostrando sus filosos dientes, clara señal de que no estaba para nada contento por la intromisión. Corrió hacia el licántropo dando un salto justo antes de embestirlo, enviando sus patas delanteras para clavarle las garras. Vincent, sin pensarlo dos veces, retuvo el ataque del animal sosteniéndole las patas; era sumamente fuerte, casi igual que él, costándole someterlo.

Al no soportar la violenta sacudida del tigre que quería morderlo en el cuello, lo empujó a un lado, logrando que éste le diera la espalda. Se preparó para la siguiente embestida, pero un fuerte golpe por detrás de las rodillas lo hizo perder el equilibrio. Volvió a sentir otro golpe esta vez en la nuca, el cual lo dejó tendido bocabajo en el suelo. No logró romperle los huesos pero si dejarlo aturdido.

—¡Sutz, basta! —Escuchó a la dama quien supo por ella misma, que era la reina.

Trató, entre la confusión y su nublada vista, contemplar a tan hermosa mujer que lo tenía a su merced; se encontraba justo a su lado, interponiéndose entre él, la guerrera y aquella bestia.

—¿Quién es él para que merezca tu compasión? —reclamó Sutz la cual lo señaló con su bastón largo, el cual implementó para doblegarlo.

—Él es Vincent Cedélicus, el conde de las hordas licántropas de Borsgav —explicó la soberana que le daba la espalda a un Vincent ya recuperado, que, sentado sobre sus piernas, observaba de forma divertida la expresión de asombro de aquella guerrera que conocía por el nombre de Sutz.

La morena bajó la cabeza apenada ante tal improperio de su parte. Como si midiera el tiempo, rápido posicionó una rodilla en tierra y en forma de venia se inclinó ante el conde. Vincent vio con gracia cómo le hacía reverencia tanto ella como aquel tigre de bengala.

—Lo siento, mi Lord, mi deber es proteger a mi reina y...

—Agradece que estoy en tus tierras y no las mías, porque si fuera por mí te hubiera mandado al cepo a que mueras lapidada —indicó el hombre, mirándola con una ceja arqueada.

La aludida se sintió ofendida ante tal alegato que sabía con total exactitud llevaría a cabo de ser el caso.

—Sutz, por favor, levántate. Retirate e informa a la guardia que el intruso es mi invitado —ordenó la reina a lo cual, la guerrera asintió.

El mensaje de los Siete [IyG II] ©Where stories live. Discover now