Tomé mi teléfono y marqué su número rápidamente.

— ¿Harry? ¿Pasó algo? —contestó ella al instante.

—No —respondí—, quiero verte.

— ¿Estás bien?

—Si, solo necesito verte. ¿Puedo ir a tu casa?

—Si. Te espero aquí.

Corté y me levanté para bajar por la ventana, no quería arriesgarme a despertar a papá y menos que se enterara de que había salido.

Trepé por la ventana de Annie y en un aterrizaje perfecto me encontré en su habitación.

—Sabes que puedes usar la puerta, Harry —rió Annie desde su cama, ella estaba usando despreocupada mente su laptop.

Y era cierto, Evelyn no ponía ningún obstáculo entre mi relación con su hija. Ella tenía entendido que yo no era el mejor partido para Annie, pero aún así aceptaba que saliéramos. Muchas veces me pregunté si lo hacía por lástima, por ser un pobre chico al que su papá golpeaba y al cual su madre había abandonado, pero luego decidí dejar de pensar en eso, decidí pensar que lo hacía por ser sólo yo, que solo eso bastaba.

—Lo sé —contesté y me acerqué a la cama. Puse a un lado la laptop y choqué los labios de Annie con los míos.

Se sentía tan bien besarla luego de que las preocupaciones se estuvieran esfumando de a poco. Sin el miedo de que papá estuviera al borde de la muerte, ni de que me golpeara o de que ella se fuera tan fácilmente como entró a mi vida. Ahora me sentía seguro, consolidado y sobre todo, sentía que ya no estaba tan solo.

Ella siguió mi beso sin decir nada. No era un beso apasionado, sino todo lo contrario: un lento choque de labios con el que quería agradecerle y demostrarle todo lo que sentía por ella. Todo lo que la amaba.

— ¿Sucede algo? —preguntó al separarse. Negué con la cabeza y me apresuré a sellar sus labios con los míos nuevamente. No quería hablar, sentía que si lo hacía todo se arruinaría.

—Harry —rió—. ¿Por qué estás tan callado?

Suspiré. —Porque no quiero decir lo que siento —confesé.

Annie me miró enternecida. —Puedes decirlo, no tienes que tener miedo de mi.

—No tengo miedo de ti. Tengo miedo de arruinarlo, otra vez.

No respondió, solo deslizó su mano a mi nuca y acarició mis rizos con sus dedos. Cerré los ojos ante la suave sensación que me otorgaba. De pronto sentí que mi cabello era tirado suavemente y abrí los ojos, encontrándome con los suyos mirándome profundamente.

—Tienes permiso para arruinarlo —habló—. Necesito saber, aunque sea solo por esta vez, en lo que estás pensando —asentí y tomé aire, tratando de ordenar las ideas en mi mente y tratar de que no sonaran tan estúpidas como se oían dentro de mi cabeza.

—Nunca había querido nada en mi vida que no tolerara perder —susurré, como si decirlo en un volumen bajo le restara importancia a lo que estaba diciendo—. Y sé que ahora es tarde, porque estoy bastante seguro de que no quiero perderte. Lamento todo esto, lamento por todo lo que te hice pasar antes y lamento todo lo que te haré en el futuro. Solo necesito que sepas que aunque no quiera, te haré sufrir, porque no tengo experiencia en esto. Siempre he estado solo pero quiero que sepas que contigo, no me siento más así y que a pesar de que nunca me he sentido enamorado de nadie, estoy bastante seguro de que estoy enamorado de ti y de que lo he estado hace muchísimo tiempo. Solo tenía miedo de decírtelo, de que se hiciera realidad, porque cada día que pasa estoy más asustado de perderte.

Annie me observó, pude ver lágrimas acumuladas en sus grandes y marrones ojos, pero estaba sonriendo. Y me alegraba un montón saber que yo era el causante de esa sonrisa.

—Yo también estoy enamorada de ti, Harry. Y te aseguro que no iré a ninguna parte, solo necesito que me prometas que no vas a tratar de hacerme daño.

Yo sabía que no podía prometerle aquello, se lo había advertido, pero sin embargo hice la única promesa que tenía bastante claro que no podía cumplir. —Lo prometo.

Luego de besarnos nuevamente, Annie se acurrucó contra mi y minutos después cayó dormida entre mis brazos. Su lenta y sincronizada respiración me incitaba a quedarme y dormir junto a ella, pero sabía que si papá no me encontraba en casa cuando se despertara tendría problemas, y eso era lo menos que quería en estos momentos.

Cuidadosamente me desenredé de los brazos de mi novia, besé su frente antes de salir de su habitación por la puerta y bajé lentamente las escaleras.

—Hola, Harry —me saludó Evelyn en cuanto me vio bajar—. ¿Cómo está tu papá? Annie me contó que hoy regresaba a casa.

—Así es —confirmé—. El está bien, solo es un paciente difícil.

Ella rió. —Lo sé, lo recuerdo —habló con nostalgia—, no dudes en decirme si necesitan algo.

—Gracias, Evelyn.

— ¿Y Annie?

—Ella se durmió hace un rato —respondí.

Asintió. — ¿Quieres tomar algo?

—La verdad es que ya tengo que irme, papá está solo en casa.

—Solo será un momento, necesito hablar contigo.

—Está bien —accedí temeroso. Sabía exactamente de lo que ella quería hablar. Tomé asiento y Evelyn puso ante mi una humeante taza de té.

—No quiero hablar ahora, Harry. Annie podría despertar en cualquier momento y sé que tú no quieres eso —la miré sin saber exactamente que decir. Ella parecía saberlo todo, aunque yo nunca se lo hubiese confirmado.

—Solo quiero saber por qué no se lo has contado.

—No se lo he contado a nadie si eso responde a su pregunta.

—Entiendo —respondió simplemente—. Quiero que hablemos de esto. Sabes que yo fui muy amiga de tu madre y puedo responder algunas preguntas que también le respondí a tu padre en su momento. Entiendo que no quieras hablarlo ahora o decírselo a Annie y lo respeto, pero no puedo dejarte solo en esto. No quiero que te sientas solo nunca más.

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now