Eran las doce del mediodía y acabábamos de salir del dichoso hospital. Yo tardé muy poco en la consulta, pero Nora estuvo allí por horas. Ahora no sabía dónde nos dirigíamos. Nos subimos al coche patrulla y decidí preguntar.- Nora, ¿por qué tardaste tanto en la consulta? ¿Qué ha pasado? ¿Qué te han dicho? – Dije demasiado rápido.
- Me han hecho varias pruebas, por eso he tardado tanto. Ya sabes cómo funciona el hospital. Tardan horas en hacerte las pruebas. – Contestó un poco tensa.
- Vamos, ¿qué tienes? Yo no he tardado tanto. ¿Por qué te han hecho tantas pruebas? No me mientas.
- Tengo anorexia e hipotensión. – Dijo Nora bajando la cabeza.
- No te pongas triste, cariño. Eso tiene tratamiento y estoy seguro de que conseguirás ponerte bien. – Dije sonriéndole para animarla. Ella me sonrió de vuelta.
- Sí, ya estoy en casa y a salvo. Volveré a mi vida de antes y olvidaré estos pasados meses.
El coche paró frente a mi casa. El agente se bajó del coche y tocó al timbre. Unos segundos después mi madre abrió la puerta. El policía nos abrió la puerta y salimos los dos.
- Nora, tu familia te vendrá a buscar aquí mañana. Tuvieron que viajar a América para asistir a un programa televisivo donde hablarían de ti. Ya los hemos avisado. Mañana estarán aquí. Ahora me retiro. Buena suerte. – Dijo el agente. Subió a su coche y se fue.
- ¿Nos dejarán aquí? ¿Así de sencillo? ¿¡No nos pondrán vigilancia policial ni nada!? ¡Hemos estado secuestrados meses! ¿¡Qué pasará si El Señor nos viene a buscar!? – Gritó Nora mientras el policía se iba. Sus rosadas mejillas ya estaban cubiertas por lágrimas.
- Nora, tranquilízate. – Dije abrazándola.
- ¡Christian! ¿¡Cómo puedes decirme eso!? ¡No puedo tranquilizarme! ¡El Señor va a volver a por mí y esta vez me matará! Yo sé que si me encuentra me matará… - Dijo Nora llorando asustada. La abracé más fuerte.
- Cariño, tienes que tranquilizarte. Estás conmigo, no dejaré que te hagan daño y lo sabes. – Le susurré al oído y le di un beso en la cabeza. Me separé de ella y me lancé a abrazar a mi madre. Ella estaba llorando de la alegría.
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Secuestrada
RomanceNora, una chica corriente, de 17 años, pelo negro, ojos verdes intensos y piel blanca. Tan inocente en un mundo como este, nunca había tenido ningún tipo de relación, ni sentimental ni sexual. En su instituto sacaba notas normales, ni muy altas ni b...