Capítulo 39

8.9K 490 9
                                    

Después de aquella 'pequeña confesión' me tumbé en la cama, llorando sin parar. Me impresionó bastante el hecho de que Christian no corriera a abrazarme como solía hacer. Solamente lo notaba tenso y en el aire de la habitación en la que nos encontrábamos habitaba un incómodo momento. Cuando pasaron minutos, tal vez una hora, me limpié las lágrimas y me encaminé al baño. Justo cuando iba a atravesar la puerta, escuché la voz que tanto ansiaba oír, su voz.

- Lo siento...
Paré de caminar y me di la vuelta para mirarlo de frente. Su rostro mostraba una expresión de decepción, de tristeza.

- ¿Qué? - Pregunté acercándome más a él, hasta que solamente nos separaban centímetros - ¿Qué es lo que sientes, Christian?

- Siento mucho todo lo que te está pasando, porque sé que es culpa mía.

- No, Christian. Nada de lo que pasa es culpa tuya, y no quiero que pienses eso.

- Entonces, ¿por qué me has ignorado todo este tiempo? Sé que tienes cierto rencor hacia mí.

- Christian, sinceramente, no tengo ni idea de cómo me he comportado ni por qué. Lo que pasó aquel día me ha marcado. Me ha cambiado mucho. Y todo lo que está pasando no es más que culpa mía, porque yo estoy permitiéndolo.

- Vamos, Nora, sabes perfectamente cómo te estás comportando, como también sabes por qué me has ignorado. No lo niegues. Sé que en estos momentos me debes de odiar, y no te culpo por ello. De hecho, es todo lo contrario, me odio a mí mismo por no evitar lo que sucedió.

- Sí te tengo cierto rencor, y eso hace que me avergüence de mí misma, porque sé que no fue culpa tuya. Estabas inconsciente. Pero supongo que debo culpar a alguien. Y como no puedo hacerle nada a Ángel, lo pagué con el que tengo cerca. Tú. - Le expliqué llorando.

- Oh, vamos, Nora, no llores. - Me contestó abrazándome con fuerza.

- Siento mucho haberte hecho pasar por todo esto. Estaba dolida. - Susurré entrecortadamente.

- Y yo el no haber detenido a ese cabrón. Pero te juro que llegará un día que me las pagará todas. Lo juro. Y ahora, señorita, va usted a comerse un delicioso desayuno, completo.

Christian me sentó en la cama y me dio de comer. El desayuno estaba delicioso, y me lo comí encantada. ¿Quién puede negarse a que un chico tan guapo como Christian le dé de comer? Yo desde luego no podía. Estuvimos riendo y hablando durante todo el desayuno. Amaba a ese chico moreno. Christian era capaz de sacarte una sonrisa hasta en el peor momento, igual que podía hacerte sonrojar sonriendo.

SecuestradaWhere stories live. Discover now