Capítulo 24

9.7K 588 18
                                    

Agarré la camisa de Christian y tiré de ella, acercándolo a mí de forma coqueta. Me puse de puntillas para besarlo. Él me correspondió el beso con mucho gusto. Empecé a desabrocharle los primero botones de su blanca camisa. La verdad era que estaba realmente sexy con camisa y vaqueros, ¿quién podría resistirse a aquello? Yo no. Terminé de desabotonarle la camisa y pasé mis brazos por sus hombros, dejando caer su camisa a nuestros pies. El beso se volvió frenético. Nuestras lenguas se entretenían peleando la una contra la otra. Bajó con pequeños besos por el mentón, el cuello, hasta llegar a mi hombro. Por suerte ese día me había vestido con un suave y veraniego vestido floral de tirantes. Le tiraba ligeramente del cabello provocativamente con una mano mientras con la otra acariciaba su grande y suave espalda. Sentí sus manos en mi cuello, desabrochando los tirantes del vestido. Me acariciaba el contorno del cuerpo mientras iba bajando el vestido hasta la cintura. Comenzó a besarme los pechos por encima del sujetador haciéndome gemir levemente. Todo habría sido perfecto de no haber sido por el sonido de la puerta abriéndose. Giré la cabeza un poco para ver quién nos había interrumpido y me encontré con un guardaespaldas, concretamente el "guardaespaldas jefe". Habló con voz demasiado baja para ser oída por alguien más que él. Lo extraño fue que le habló a su... ¿reloj? No pude verlo bien. No me dio tiempo de hacer nada, en cuestión de segundos ya había entrado El Señor en la habitación junto con Ángel.
Christian en un intento de protegerme me rodeó la cintura con un brazo y me colocó detrás de él.

- ¡Oh, joder! ¡Coge ahora mismo a Nora, Andrew! - Gritó El Señor.

En ese momento sentí mis piernas como si fueran gelatina, El Señor estaba más que furioso, y eso no podría ser para nada bueno. Agarré fuerte a Christian, dándole a entender que no quería que me separaran de él.

Cuando el guardaespaldas se acercó Christian me tapó con su cuerpo.

- Ni se te ocurra tocarle ni un solo pelo. - Le dijo Christian en un tono de grave advertencia que jamás había oído en él.

- ¡Christian, apártate, traidor! - Le gritó El Señor.

SecuestradaWhere stories live. Discover now