Capítulo 20

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No podía dejar de derramar lágrimas. Escuchar todo eso, verlos a todos llorando y diciendo esas cosas por mí... Siento un enorme vacío en el estómago, ese mismo vacío que había conseguido ocultar durante estos cuatro meses. Christian me rodeó con sus brazos, consolándome. Oír todo eso me había afectado gravemente. Ya no tenía fuerzas para salir de allí, no tenía fuerzas para nada. Lo único que me apetecía en aquel momento era llorar, llorar y morir... No podía salir de allí, lo que me quedaba era sufrir, y yo ya no podía más.

Christian llevaba dos años en aquella cárcel, yo no soportaría estar allí tanto tiempo. Me levanté furiosa y llorando. Corrí hacia el baño, estaba decidida a hacerlo. Coloqué un pequeño mueble en la puerta, impidiendo el paso de Christian. Me paré frente al espejo y de un movimiento rápido y fuerte, rompí el espejo. Cogí uno de los cristales rotos y lo apreté con fuerza. Estaba en una especie de shock, no podía parar. Oía a Christian gritarme y decirme cosas, cosas que no entendía. La cabeza me daba vueltas y yo contemplaba la sangre que salía de mi mano. Me senté en un rincón del baño y con manos temblorosas me intenté cortar la muñeca, pero entonces oí algo que me hizo detenerme.

"¿Recuerdas lo que dijo tu madre? Quería que fueras fuerte. Quería que lucharas por salir de aquí y poder reunirte con ellos. ¿Vas a darle ese placer a El señor y a los policías? ¡Levántate y demuestra que tienes el poder! No les des el gusto a los policías de encontrarte muerta y dejar de buscarte. ¿Sabes lo que supondría eso para tu familia? ¿Sabes lo que sufrirían? ¿Qué sentirán cuando toda la esperanza que tenían puesta en ti desaparezca? Vamos, Nora, sal de ahí. No hagas una locura. Hazlo por tu familia, hazlo por mí. No quiero que te vayas, Nora, eres la mejor persona a la que he conocido. Si te vas me quedaré solo. Otra vez. Por favor..."

Las palabras de Christian me hicieron llorar más, pero consiguieron que me levantara.

Aparté el mueble de la puerta y la abrí. Christian estaba llorando. Me miró aliviado. Dirigió su mirada a mi mano, que sangraba, con el cristal dentro de ella. Me abrazó y me tumbó en la cama. Me acurrucó en sus brazos, acariciándome el pelo, tranquilizándome.

- Todo se arreglará. Te ayudaré, saldremos de aquí los dos, te lo prometo

SecuestradaWhere stories live. Discover now