Capítulo 35

9K 501 8
                                    

Navidad...


- Lo siento. Christian, yo... no sabía que te sentías así. Ahora que lo pienso... Estoy de acuerdo con lo que has dicho. Yo creía que por el simple hecho de ser hombre ya te gustaba tener sexo con chicas. No sabía que te sentías usado. Soy el tipo de chica que piensas, Christian, pero estando secuestrada no puedo pensar en hacer el amor. Además, yo pienso que las personas cuando 'hacen el amor' es porque se quieren. Y ese no es nuestro caso, ¿verdad?

- No, creo que no. Yo te tengo cariño pero no es amor. Tienes razón respecto a eso. Yo fui a quien se le ocurrió todo esto, y es ridículo que ahora venga diciendo que me siento usado. Yo me ofrecí para ayudarte.

- Christian, si no quieres hacerlo dímelo. Porque yo sigo estando insegura sobre esto y que digas esas cosas realmente no me está ayudando nada. Se suponía que tú serías el que me convencería para hacer esto, no al revés.

- Claro que quiero hacerlo, Nora. Olvida lo que dije antes. No tenía nada que ver.

- Bueno, me alegro de que me hayas contado cómo te sientes respecto a tener relaciones conmigo, pero créeme, yo también me siento usada. ¿Y ahora, qué va a pasar?

- Haré lo que me has pedido.

- Pero... ¿puedo pedirte algo más? - Le pregunté tímida.

- Dime.

- Intenta ponerte en mi piel y no exigirme mucho cuando... ya sabes.

Christian asintió y me cogió por la cintura acercándome a él. Yo estaba realmente nerviosa. Me besó con necesidad. Un beso frenético e intenso. Le rodeé el cuello con las manos y le acaricié el pelo de su nuca. Él bajó sus besos a mi cuello. Metió sus manos bajo mi vestido y se entretuvo un rato jugando con el broche de mi sujetador. Me lo desabrochó y sacó sus manos. Las llevó a mi cuello y desabrochó los tirantes del vestido, dejándolo caer al suelo. Sacó mi sujetador y lo tiró al suelo, junto con el vestido. Yo ya estaba semidesnuda mientras él estaba completamente vestido, lo que me pareció muy injusto. Por lo que me decidí y comencé a desabrochar los botones de su camisa lentamente mientras seguíamos besándonos.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora