Capítulo 3

21.6K 916 50
                                    

Me soltó las cuerdas que ataban mis delgadas muñecas y salí a correr en dirección a la puerta, pero él me cogió de la cintura y me alzó colgándome en su hombro. Yo no paraba de patalear hasta que me tumbó en la cama boca abajo y me ató las manos y los pies en cada esquina de la cama con las cuerdas. No paraba de gritar como loca, y entonces el miedo me recorrió de pies a cabeza al sentir como me quitaba la camiseta.
Pensé que iba a violarme, pero no fue así. Se sacó el cinturón y empezó a darme latigazos en la espalda. Yo gritaba de dolor y vi como christian agachaba la cabeza y cerraba los ojos con fuerza para intentar no ver lo que estaba pasando.
Tras unos minutos de sufrimiento, se volvió a atar el cinturón, soltó a Christian y se fue cerrando la puerta de un golpe. Suspiré aliviada. Tenía la cara cubierta de lágrimas y la espalda me dolía muchísimo. No paraba de sollozar.

De pronto noto que alguien me soltaba de los agarres de las cuerdas. Apenas podía girar el cuello del dolor.

-¡Oh por dios...!- Oí decir a alguien.- ¿Te...te duele m...mucho?- Dijo Christian, ya que por su voz pude reconocerlo.

-¿Christian?- Logré susurrar mientras las lágrimas no paraban de caer de mis ojos.

-Sí, soy yo. Tranquilízate, ¿si? No te muevas.- Dijo y se alejó. Tardó unos minutos en volver. Y encima de la cama, al lado mío colocó unas vendas, alcohol y otras cosas para curarme.

-¿De dónde sacaste esas cosas?- Le pregunté.

-El señor siempre deja estas cosas en el baño para que te cure el otro compañero con el que estés en la habitación.-Me respondió él cogiendo un algodón y echando un poco de alcohol en él.

-¿Por qué haría eso?- Pregunté confundida.

-Después de torturar a alguien se siente culpable y nos deja eso para remediar lo que hizo.

-¡Maldito psicópata!- Refunfuñé.

-¡Shhh! Te dije que no gritarás, el señor oye todo lo que decimos por cámaras y micrófonos y se irrita con facilidad. Te lo advertí, te dije que no gritaras, y mira lo que te pasó por no hacerme caso.-

-Lo...lo siento, Christian. ¿Sabes? ¡No estoy acostumbrada a que me secuestre un psicópata!- Dije enfadada.

-El sarcasmo y ese carácter no te va a servir de nada aquí, así que mejor ahórratelo.-Dijo Christian.

-Eso no es asunto tuyo, Christian. No pedí tu opinión-Le dije. Sentí cómo desabrochó mi sujetador (o brasier, corpiño o como se diga en su país). Enseguida me sujeté la parte delantera del corpiño para taparme los pechos.- ¿¡Pero qué demonios haces!?- Le grité.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora