Capítulo 14

913 68 1
                                    

Estoy tumbada al lado de Peeta en el tejado del edificio dónde he llegado nadando.
Llevamos horas mirando el cielo, aunque él creo que ya se ha dormido.

Giro la cabeza y veo a Enobaria. ¡Que ha cogido mi arco!
Mi reacción normal hubiese sido despotricar contra ella y decirle que me lo devuelva de inmediato; pero no le voy a dar importancia.

Enobaria coloca una flecha en el arco. Tensa y afloja la cuerda seguidamente apuntando a algún sitio.

Da un paso hacia atrás de espaldas y vuelve a tensar la cuerda.

Desde luego, se nota que nunca ha disparado con un arco.

Con cuidado de no despertarlo, quito la mano de Peeta de mi barriga y me incorporo evitando hacer mucho ruido.

Me pongo justo detrás de Enobaria y le pongo una mano en el codo.
Al principio hace un espasmo de susto, luego se da cuenta de que intento ayudarla.

Le levanto el codo cuando a penas y me coloco delante de ella.

-No pegues el arco tanto a tu pecho -le digo mientras le estiro suavemente el arco hacia mí-, así, un poco separado.

Asiente.

-El brazo izquierdo -sigo-, estirado completamente.

-Vale.

Se pone en posición.

-El... codo -le digo.

-Sí -lo levanta un poco.

-Es mejor que te pongas así. Una pierna delante y otra detrás.

-De acuerdo.

Apunta y dispara. Acierta en uno de los apéndices de la Cornucopia.

Se gira hacia mí y me sonríe. Sus dientes me provocan un escalofrío.
Yo le devuelvo la sonrisa.

-¿Cómo vamos a bajar? -pregunta Peeta. No sé cuánto tiempo lleva despierto, pero por su voz, escasos segundos.

Por primera vez desde que estoy en Los Juegos, me río. Pero Peeta tiene razón.
Cuando había agua, esta casi llegaba al nivel del tejado dónde estamos. Ahora que no hay agua... ¿cómo bajar?

-La puerta que da a las escaleras de este edificio está cerrada -dice Gale señalando la puerta.

Me acerco a Enobaria.

-¿Me dejas? -le pregunto cogiéndole el arco y el carcaj.

-Todo tuyo.

Cojo una flecha roja y le hago una seña a Gale para que se aparte.

La coloco en el arco y disparo.

Todo tiembla un poco y cuando desaparece la nube de polvo, me acerco a la escalera y empiezo a bajar los escalones.

Problema resuelto.

-Cuidado con el primer escalón.

***

Cuando llegamos abajo empezamos a caminar hacia la Cornucopia.

-¡Atención tributos, atención!

Una oleada de terror recorre mi cuerpo y los ojos se me abren como platos. Caroline Snow está hablando.

-Cómo veo que tenéis todos mucho hambre -sigue-, he pensado en abrir el supermercado que está lleno de comida.

Todos nos miramos.

-El supermercado se abrirá esta tarde y permanecerá abierto durante cuarenta y cinco minutos. Podréis coger, en ese tiempo, todo lo que queráis. Luego... despediros del supermercado -dice, y se ríe-. Os recomiendo que cojáis todo lo que podáis, porque después de eso, a parte del musgo, y las babosas... no habrá más comida hasta que quede un solo tributo. Así que... que os valla bien.

-El supermercado -dice Gale-, supongo que es aquello de allá.

Señala una pabellón enorme que hay aproximadamente a medio quilómetro de nosotros.

-Tenemos que ir -dice Enobaria-, esta tarde, me refiero.

-Es una trampa. Parece mentira que no lo sepáis -digo.

-Katniss, no tenemos nada de comida -dice Peeta-. Es o morirse de hambre o intentarlo.

No contesto, solo agacho la cabeza.

-Habrá que ir a por los demás primero -dice Gale y Peeta asiente.

No lo había pensado.

-¿Dónde están los demás? -pregunto.

-Cerca del  límite de la Arena. En aquella dirección -dice Peeta haciendo un gesto con la cabeza.

-Peeta -dice Gale-, iremos a por los demás y volveremos a la Cornucopia. Enobaria y Katniss os quedáis aquí hasta que lleguemos y si aparecen más tributos decidles que se esperen. Y recoged todo lo que encontréis.

-No, yo me voy -dice Enobaria.

¿Se habrá cansado de estar conmigo? No sé, seguramente no será por eso.

-Entonces nos quedamos Katniss y yo -dice Gale.

Peeta y Enobaria asienten y se marchan. Menudo marrón. Estar aquí sola con Gale...

Ya le vale a Peeta...

Sin decir nada me acerco a la Cornucopia y cojo una mochila manchada de fango que hay en el suelo. La limpio un poco y empiezo a llenarla de bolsitas con balas, puntas de flechas... todo lo que encuentro.

El agua debió de arrastrar todo lo que quedaba hacia alguna parte.
No creo que entre cincuenta personas se hallan podido coger todas las armas que habían.
O tal vez, el agua se ha tragado las armas.

Oigo pasos detrás de mí. Gale se está acercando. Mi estómago se revuelve. No tengo ningunas ganas de dirigirle la palabra.

-No puedes seguir evitándome.

¿Cómo? ¿Que no puedo seguir evitándole? Claro que puedo... al fin y al cabo se lo merece.
No contesto. Me limito a seguir buscando en los huecos dónde estaban las mochilas.

-Katniss, debes de cooperar. Tenemos que trabajar juntos. O es que no lo ves.

Sin pensármelo dos veces le suelto:

-Una vez trabajé contigo y me mentiste, me engañaste -me levanto y camino-. No pienso cometer el mismo error dos veces.

ESCOMBROS - Los Juegos Del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora