Capítulo 2

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Debo haberme quedado unos quince minutos de pié mirando el traje de Sinsajo de Cinna, pensando en cómo las cosas han cambiado. El gato más asqueroso y feo del mundo me ha debido de devolver al mundo real. Se ha metido entre mis piernas y ha restregado su cabeza en mi tobillo.

-Quita -le espeto dándole un pequeño empujón con el pie.
Entonces lo miro y la veo. A Prim.

Me juré hace tiempo cuidar de este estúpido gato como si fuese un Dios: en su memoria.
Buttercup ya está muy viejo, y sé que no tardará en morirse. Me sorprende la longeva vida de este gato. Claro que antes era muy ágil y ahora tarda horas en subir o bajar unas escaleras.

Cuando Peeta y yo ganamos en nuestros primeros Juegos, durante la Gira de la Victoria, unos veterinarios del Capitolio le inyectaron algo a Buttercup para alargar su vida. Igual que hacían con las rosas o con los agresivos animales mutados de Los Juegos.

Buttercup es un muto. En teoría.
Se me ponen los pelos de punta.
Estoy acariciando a un muto. Lo mataría, pero no puedo.

Me quito esa idea de la cabeza y me pongo una camiseta negra con una chaqueta de cuero marrón anaranjada y unos pantalones vaqueros.

Me cepillo el pelo en el baño que está al lado de nuestra habitación y empiezo a cantar la canción de mi padre.

¿Vas a venir, al árbol dónde vi
a un hombre ahorcado
que a tres hizo morir?
Cosas extrañas pasan al anochecer
en el árbol del ahorcado te veré

¿Vas a venir, al árbol dónde vi
a un hombre pedir
a su amada huir?
Cosas extrañas pasan al anochecer
en el árbol del ahorcado te veré

-Eres preciosa cuando cantas -me dice Peeta que está en la puerta del cuarto de baño mirándome.

Dejo de cepillarme el pelo y guardo el cepillo el armario.

-¿Insinúas que no soy preciosa cuando no canto...? -le pregunto con voz burlona mientras me acerco a él para besarle.

-Eres preciosa siempre -Peeta siempre sabe qué decir para quedar bien. Es estupendo.

Le beso y me despido de él para ir a ver a Sae la Grasienta y ayudarla en lo que pueda.

Cuando llego a su casa, Hana está con ella, dándole una sopa caliente a cucharaditas.

-Hola Katniss -me saluda Sae con una voz muy ronca.

-Hola Sae, Hola Hana -las saludo-, ¿cómo te encuentras? -digo ahora dirigiéndome a ella.

Me acerco y le cojo la mano que le cuelga de la cama. Está sudando.

-El médico vendrá pronto -me dice Hanna.

Me giro hacia ella para asentir.

Al rato, después de haber ayudado a Hana a fregar los cacharros de cocina -que es lo que hace Sae siempre en mi casa-, me despido y me marcho. Me acerco a la alambrada del Distrito 12 (la parte Este) y tiro al otro lado una bolsa, mi arco, y mi carcaj de flechas. Luego me voy al lado opuesto del Distrito para salir de él.

El Distrito 12 es como un cuadrado, y en el lado Oeste están las compuertas para salir. Para ir al tren, o para ir al bosque.
En la puerta hay dos guardas que me saludan y les digo dónde me dirijo; entonces me abren la puerta más pequeña (por que hay dos, la grande para los vehículos y la pequeña para los humanos). Esa idea me pone un poco triste. Me miro el hombro y veo una quemadura, que en realidad forma parte de mi cuerpo de muto, que significa que no soy del todo humana. Igual que Buttercup no es del todo gato. Respecto a mi cuerpo, los médicos me dijeron que se me curarían todas las quemaduras. Y así ha sido, menos la del hombro.

Cuando estoy en el bosque, recorro todo el borde del Distrito 12 por fuera para llegar al lado Este y recoger las cosas que he tirado desde dentro.

La alambrada antes estaba para evitar -a parte de que entrasen animales salvajes- que nadie del Distrito escapase. Ahora solo está para que los animales salvajes no entren. Cualquiera puede viajar en el tren a otro distrito o pasear por el bosque.
Claro que... Está terminantemente prohibido cazar. Pero bueno, al fin y al cabo, a mi me gustan los actos de rebeldía ¿no?.

La comida se ha de comprar en el supermercado que hay al lado del centro comercial. Pero: 1) La del bosque está mucho más buena, y 2) Es gratis. Aunque dinero no nos falta. Nos sobra.

Cazo por puro gusto.

Cuando acabo, pongo la caza en una bolsa y la tiro de fuera para dentro por el lado Este, al igual que el arco, el carcaj... Vuelvo corriendo a la entrada Oeste y saludo a los guardas.

Suelo darme prisa por que el Distrito -ahora- es muy grande y de una punta a otra hay al menos 15 minutos corriendo; y ya me ha pasó una vez que cuando llegué, la comida había desaparecido, por suerte no desaparecieron el arco y el carcaj de flechas.

Cuando lo recojo todo me vuelvo a mi casa que está en el mismo sitio dónde antes estaba lo que se consideraba La Aldea De Los Vencedores, de echo, es la misma casa pero reformada. Ahora es más grande y tiene dos pisos.
Está en el Norte del distrito, cerca de la alambrada dónde detrás de esta, están las vías del metro.

Cómo no está Sae, Peeta tendrá que hacer hoy de cocinero.

Enciendo la tele y me tumbo muy cansada en el sofá. Están haciendo publicidad cuando suenan las 15:00 horas y comienza The anthill. Un programa de entrevistas a famosos.

Sale la melodía del programa y al empezar, es lo primero que veo:

Plutarch Heavensbee.

ESCOMBROS - Los Juegos Del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora