Capítulo 10

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~Katniss~

Estoy cubierta de sudor y con la cara empapada de lágrimas.

Cada vez que suena un gran estruendo que viene de fuera me apego más a Peeta.

Él está sentado y yo estoy tumbada con la cabeza apoyada en sus muslos. Me acaricia el pelo y la cara con sus suaves manos. 

A veces noto los ojos de Gale clavados en mí, pero creo que son solo imaginaciones mías.
Al fin y al cabo, le dejé de importar de la noche a la mañana. Me había mentido respecto al plan de Coin y  los paracaídas.

Mi estomago gruñe y yo me retuerzo. Tengo mucho hambre y no hay nada de comer.

-¿Hay un poco de agua? -pregunto girando la cabeza hacia los demás.

Johanna coge una botella que hay dentro de una mochila y me la lanza.

-No hay más que esta -me dice-, no te la bebas toda.

La botella está llena al veinte por cien. Le pego un traguito.

Le devuelvo la botella a Johanna.
Me duelen muchísimo los dedos índice y corazón de la mano derecha, por culpa del agua de la vaina.

Se oye un ruido extraño en el sótano. Me incorporo de golpe y todos nos ponemos en guardia.
La escotilla de ventilación del sótano se cae al suelo y todos damos un respingo.

Un pájaro sale del hueco de la escotilla y se pasea por el aire.

Gale se levanta de golpe y pone la escotilla en su sitio a toda prisa.

-Katniss -me dice-, el arco, ¡vamos! Dispara.

Cojo mi arco y una flecha del caraj. Disparo y acierto en la cabeza del pájaro. Este cae a tierra y Beetee se acerca corriendo. Lo coge y le arranca el ala. Se saca una navaja del bolsillo y rebana el pájaro entero.

-Lo sabía -dice.

Mete la mano dentro del pájaro y saca una batería y un embrollo de cables.

-Es un mirajo -explica Beetee-. Los llaman así. Ni siquiera son pájaros. Son  drónes: cámaras a control remoto que aparentan serlo.

-Entonces Caroline ya sabe que estamos aquí -digo.

-Tardamos en irnos entonces -dice Johanna.

Todos recogen las mochilas. Beetee deja en el suelo la plumas falsas y las alas de pájaro y se guarda la batería con la cámara y los cables.

Subimos las escaleras de la casa y salimos.

Una vez fuera empezamos a correr por una calle amplia.

-Fijaros en el suelo. Tened cuidado con las vainas -dice Beetee.

Giramos una esquina y corremos por otra calle más estrecha.

-¿Vamos a algún sitio en especial? -pregunta Peeta.

Nadie contesta porque la respuesta es obvia: no sabemos a donde vamos.

Es entonces cuando la tierra empieza a temblar.

ESCOMBROS - Los Juegos Del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora