Capítulo 9

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~Haymitch~

-No hay nada que podamos hacer -dice Plutarch.

Si ellos murieran...
Jamás me perdonaría que Katniss y Peeta murieran. Jamás.

-Debe de haber algo que podamos hacer -digo-, no podemos estar aquí parados como si nada.

Siento mucha impotencia ahora mismo; y muchas ganas de beber. Pero he aprendido que la cosas no se solucionan así.
Hay que afrontar la realidad, no escapar de ella.

Sin saber que hacer, me acerco a la pantalla y toco con el dedo la fracción de pantalla en la que salen Katniss, Peeta, Johanna, Beetee, Annie, Gale, Cressida y Pollux. Entonces esa parte se amplía.

Están todos sentados apoyados en las paredes del sótano.

Con el dedo índice y con el pulgar amplío la imagen a Katniss.
Está llorando, y Peeta está a su lado agarrándole la mano.

«Aguanta Sinsajo, aguanta, os sacaremos de esta»

La puerta corredera de la sala se abre y La Presidenta Paylor aparece corriendo y mira la pantalla.

Plutarch la llamó hace unas horas y le explicó todo.

-¡Oh dios mío! -dice-. ¿Cómo...?

-¿Acaso pensabas que era una broma? -le pregunto.

-Caroline Snow. Ha debido de usar un Troyano y ha entrado en nuestro sistema colapsándolo y bloqueándolo todo -explica Plutarch-. No... podemos controlar nada. 

Paylor se acerca a uno de los ordenadores.

-Estamos... -empieza Plutarch-, estamos intentando reiniciar el sistema. Si Caroline ha entrado en él y se alimenta de nuestra energía usando nuestro programa, reiniciándolo, podremos dejar a Los Juegos sin energía. 

-Lo que haría a su vez -añado yo- desactivar todas las vainas.

-Eso no podéis saberlo -dice Paylor-. Seguro que ella tiene su propio sistema -cambia de tema-. ¿Y dónde están los prisioneros que se suponía que tenían que ir a los Juegos?

-No lo sabemos.

-Bien -dice Paylor-. Hay que ir a la Arena.

-¿Qué?

-Hay que enviar aerodeslizadores hasta la Arena y destruiremos el campo de fuerza. Como hizo ella en el Vasallaje de los Veinticinco.

Hay un momento de silencio.

-Hay demasiados riesgos -digo.

-Es verdad -asegura Plutarch-, hay demasiados riesgos. La explosión podría causar que los edificios volcasen y les aplastasen.

-O aún peor -digo-, podría generarse tanta energía que podrían salir todos fritos.

-¿Qué propones entonces? -pregunta Paylor.

-Hay que sabotear la sala de control desde dónde Caroline controla Los no Juegos -digo

-No sé cuál de las dos cosas tiene más riesgo -dice Plutarch-. No sabemos si es sólo Caroline, o si (como dijo) tiene ayudantes o... un ejercito. ¿Quien dice que cuándo lleguemos a la Arena no estarán allí esperando una tropa entera de armamento?. No podemos arriesgarnos.

-¿¡¿Que no podéis arriesgaros?!? -grito-, esa chica -digo señalando la pantalla-, ese chico, todos ellos... ¡No Plutarch!

La ansiedad se apodera de mí. Doy un puñetazo a la mesa y salgo de la sala dando un empujón a la puerta.

Si Plutarch no quiere arriesgarse a perder tres putos aerodeslizadores de armamento, tendré que pagarlos yo mismo.

Me voy a La Arena.

ESCOMBROS - Los Juegos Del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora