Capítulo 3

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Es increíble pensar, en lo que es capaz de hacer un grupo de personas, cuando los motiva un bien en común, en especial cuando ese "bien común", los ayudará algún día a obtener la total libertad de sus vidas. A pesar de la gran cantidad de veces que he estado en este lugar, sigue sorprendiéndome la grandeza de todo esto. Por fuera parece ser solo una simple cueva, pero cuando te adentras en ella y sigues con exactitud la serie de patrones establecidos, puedes encontrar el camino para llegar a una de las más grandes colonias de marginados y "desaparecidos" del país. Era una estructura enorme ubicado en uno de los más asombrosos fallos de la naturaleza, aun no tenía la menor idea de cómo en el pasado habían logrado construir algo semejante, la estructura tenía forma de espiral, donde el primer nivel tenía forma de anfiteatro en desnivel, y los pisos superiores se encaminaban hacía el cielo, en cada uno de los niveles, se establecían distintos sectores a los que se le había dado un uso específico, en uno de ellos se encontraba a lo que nosotros le llamamos, "centro hospitalario" aunque mucho de aquello no tenía, en otro lugar se encontraba los domicilios de los residentes de la colonia, eran al menos cincuenta o sesenta familias que viven aquí , y en otro sector teníamos nuestro "patio de comida", en realidad teníamos casi de todo aquí, incluso teníamos una escuela, que en mi opinión, le quitaba toda la onda a este lugar, pero como todo campamento que viene escapando de un gobierno taimado, tenía establecido un centro de reunión en cual se regía por una autoridad democrática que nos preparaba ante todo conflicto que pueda ir en contra de nuestra seguridad, esto incluyendo clases de armamento, de destreza y agilidad mental, y aunque todo aquello a mí, me ha servido de mucho en mi crecimiento, nuestros recursos son limitados y a medida que vaya transcurriendo el tiempo, esos recursos se irían agotando, esto debido al gran progreso en avances tecnológicos y al gran número de soldados que está adquiriendo nuestro brillante y nefasto rey.

La gente iba y venía, para ellos era parte de su cotidianidad vivir entre estas paredes, niños corrían por los pasillos disfrutando de su hora libre y los mayores se dirigían al comedor, no había nada que los pudiera perturbar en estos momentos, salvo a mí. Divisé entre el montón la figura de un hombre que se acercaba a paso firme, por su postura se deducía que su humor no era el mejor.

−Creo que el jefe se enteró de tu jueguito. – murmuró mi amigo que estaba junto a mí. – lo miré rodando los ojos. − ¡Si! Me imagino como se habrá enterado. – dije con sarcasmo. –Matías levantó ambas manos en señal de inocencia, yo solo pude golpearlo en el brazo, antes de que me golpearan con una screen-com.

− ¡Explícame en que estabas pensando! – dijo con voz autoritaria nuestro jefe Augusto Pavlov, lo miré haciéndome el desentendido, lo cual hizo resaltar aún más la vena que resaltaba en su cuello, la verdad es que Augusto era un hombre cuarentón, bastante afable, pero cada vez que alguien hacia una locura, poniéndonos en peligro, saca su lado más duro, y su postura con corte militar, no ayudaba mucho. –No te hagas el necio, no estoy de humor para ello. – dijo con vehemencia. Maldecí por lo bajo al levantar la screen-com y ver mi foto, montado en la moto en la primera plana de la noticias de hoy, solo se podía apreciar una parte de mi rostro, ya que gran parte estaba oculto por las sombras, me daba un aire misterioso y problemático. –Si quieres mi opinión, la foto esta increíble, si quieres, te la puedo autografiar enseguida. – dije esbozando una leve sonrisa, por el rabillo del ojo vi como Matías me miraba con cara de pocos amigos, al parecer había dos en contra mía en estos momentos.

−No habíamos quedado claro que iba a vigilar su comportamiento. – dijo Augusto apuntando con el dedo, esta vez a Matías. Yo lo miré entrecerrando los ojos en su dirección, tratando de parecer ofendido ante aquel comentario que evidentemente no tenía el menor conocimiento. − ¡Tú! – dije con tono amenazador, Matías solo pudo rodar los ojos, con desinterés a mi amenaza.

−No puedo estar vigilándolo las veinticuatro horas, pero no se preocupe, me encargaré de eliminar toda evidencia y le aseguro que no se volverá a repetir. – El jefe lo miró levantando una ceja. – Por lo menos es esta semana. –Eso no evitó que soltara una carcajada, pero paré en seco ante la mirada cruda de Pavlov, con un ligero movimiento de cabeza, dio media vuelta y se fue por donde vino.

−Por lo menos. – dije en un murmullo. –No obtuve ninguna consecuencia.− Matías me golpeó con el codo, he hizo una señalización hacia el frente, miré en su dirección y vi como el jefe me entregaba una notificación, la tomé dudoso y leí la primera línea en voz alta. –¡Setenta y dos horas de servicio comunitario! (sí, nosotros también teníamos servicio comunitario, y no, no fue idea mía, pero quizás sea el causante)

−Para que veas que todo tiene consecuencias Da Bariano.

(Reescribiendo)


Destino (Corrigiendo)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora