CAPÍTULO 26

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PDV Federico.

Miré el PDA. Cada nueva información me era llegada al mini ordenador portátil. Según el mapa, no me encontraba tan lejos de dar con las personas encarceladas, el problema era intentar llegar ahí sí que me descubrieran.

Desenvainé el rifle de asalto, comencé a andar por los corredores hasta dar con la puerta que diera al sótano. Mientras recorría el lugar le iba prestando un poco de mi atención al diseño arquitectónico, era impresionante pero no podía apreciarlo sabiendo que fue construido con la vida de otros.

Escuché voces que provenían del salón adyacente de donde me encontraba. Me apoyé contra la pared con el arma lista. Miré hacía el lugar que escuchaba el ruido para verificar si era necesaria un poco de acción. Me sorprendió ver a un guardia que intentaba aprovecharse de una joven sirvienta y que esta se rehusaba con todas sus fuerzas a ser manoseada por él.

La ira me consumió. Tal vez con lo siguiente pude haber arriesgado toda la misión, pero no podía dejar que ese imbécil se aprovechara de aquella muchacha.

Guardé el rifle de asalto y salí de mi escondite.

De dos zancadas llegué hasta aquel hombre apartándolo de un golpe. La joven cayó al suelo mientras que el guardia se sobaba aturdido por lo que acababa de suceder. Enfocó su vista en mí y se me encimó con furia para poder derribarme pero me aparté fácilmente de su camino. Agarré su brazo llevándolo hasta su espalda y lo lancé contra el suelo apoyando mi rodilla en su pecho.

Hice que me mirara a la cara para no tener que volver a repetírselo dos veces.

— ¡No vuelvas a abusar así de esta muchacha o de cualquier otra! — Dije en un tono amenazador — Oh yo mismo te haré pagar por ello ¿¡Te quedó claro?!

El guardia no logró responderme, solo logró asentir levemente asustado y antes de que pudiera pedir ayuda, lo noqueé.

Me levanté observándolo con desagrado, miré de reojo que la muchacha seguía en el suelo, puse mi concentración en ella.

Era joven quizás de 18 años, tenía el cabello castaño sujeto en un peinado alto con un par de mechones sueltos que caían remarcando su rostro, su tez era blanca y sus mejillas estaban sonrosadas, tenía levemente los labios rosas separados y sus ojos azules claro con un bello dorado cerca del iris extrañamente familiares me miraban asombrados.

De pronto, diferentes escenas se cruzaron por mi memoria. Esto...Esto no podía ser cierto... ¿Acaso era posible?

Mi mente se desconectó por un instante. Mi boca se movió sola y mi voz sonó en un susurro.

— ¿Elena?

***

Mi mente iba a mil por hora, la adrenalina había empezado a hacer efecto en mi cuerpo. Podría ser estúpido lo que tenía pensado hacer, pero no aguantaba las ganas de ver la cara del estúpido rey al enterarse lo que planeaba.

Solo tenía que ser exacto, esperar a que la gente lograra salir y así entonces darle la sorpresa a "nuestro gobernante".

Ya había preparado todo, ahora me encontraba vigilando la puerta en donde estaba Matías. Alrededor se encontraban cinco soldados con cara de bien feos, dos de ellos llevaban armas de fuego, los otros tres deberían contar con gases y algún escudo de protección.

Miré la hora en el PDA, eran recién pasadas las ocho de la noche, ya no podía seguir perdiendo el tiempo, ya estábamos retrasados y no soportaba la idea de que mi hermano estuviera metido ahí un segundo más.

Destino (Corrigiendo)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin