Ahí te voy, San Pedro.

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#34:

—¡Colombia te quiero taaaanto! ¡Y siempre enamora tu encanto! —Samuel cantando es una cosa que no se puede perder nadie.

No sé por qué insiste tanto en que veamos una película infantil, aunque tengo que admitir que me convenció cuando me dijo que Sebastián Yatra tenía una canción en la peli. A ese hombre se le dan bien la mayoría de los géneros que canta, es como Dua Lipa versión masculina, no puedo perderme una película en la que cante. Además, hace unos años estuve en Colombia y la verdad que es un país precioso y su gente es demasiado buena. Sería un excelente destino para repetir vacaciones.

Hogar dulce hogar. Después de toda una semana en casa de Pablo, por fin ayer regresé a mi departamento. No voy a negar que me sentí un poco mal de irme porque fueron siete días increíbles. A duras penas podíamos mantener las manos apartadas del otro. Yo lo necesitaba a cada momento, no solo en el plano sexual sino que quería sus abrazos y sus besos. El día que se fue para la universidad a dar la clase, preparé una comida afrodisiaca para los dos, bueno, en realidad la compré. No sé si fue eso o el vino, pero esa noche me corrí tantas veces que casi caí inconsciente. Para el domingo, la pintura de la pared que estaba detrás del cabecero de la cama de Pablo se había caído de tanto que la movimos y lo habíamos hecho en todas partes.

Seguimos saliendo a citas, pero al menos lo puedo besar cuando me dé la gana. Extrañaré demasiado no dormir abrazada a él y despertar a mitad de la noche con mi mano alrededor de su erección. Quizás para un futuro lejano podamos pensar en vivir juntos, sé que es precipitado, pero funcionamos bien juntos. Él compraba la comida y yo botaba los contenedores; él limpiaba el baño y yo el resto de la casita; él calificaba los exámenes de la universidad y yo me ponía al corriente de lo que pasaba con la publicación de nuestro libro.

El día que llegaron los ejemplares de Concupiscencia en físico me sentí tan emocionada que comencé a llorar. Tenía una profunda sensación de creación en mi alma y borré cualquier rastro de pensamiento de que esto era una mala idea. Pablo me abrazó y brindamos con una botella de Champán que tenía escondida detrás de las carnes en su nevera. Rápido llamó a su madre para mostrarle el libro y la mujer se sitió tan orgullosa que por un momento me sentí mal. Me comunique con mi yaya y le dije lo que había sucedido. Ella estaba tan orgullosa que hasta salió corriendo para contárselo al resto de los ancianos del lugar.

Por la noche hicimos una videollamada con la ayuda de una enfermera, le presenté a Pablo y me reí feo cuando ella comentó: «Bien escogido, está muy bueno, ¿no tendrá un abuelito soltero?». Pablo se divirtió mucho con mi yaya y me sentí tranquila de saber que los dos se llevan bien. Con mi mamá será otra historia, la conozco y sé que no se lo tomará bien. Mamá, luego del accidente, siempre me decía que tratara de buscar a un hombre tonto y Pablo dista de ser así. A quien le tiene que gustar es a mí y la verdad es que lo hace mucho.

Quisiera viajar al pasado y decirle a la Olivia de quince años que no se preocupe, que su ángel de la guarda es justo como lo imagina y que no piense que es lesbiana porque dista bastante de serlo. Mi pasado fue un compendio de malas decisiones con errores de otros, cambiaría mucho, pero como no puedo aprenderé a vivir con lo que hay.

Mis amigas han estado un poco ausentes porque Manu tiene un contrato importante entre manos. Les envié dos copias de Concupiscencia y, aunque no han tenido tiempo para leerlo, amaron la selección de fan art que publiqué en mi Instagram el otro día. Sé que la gente cuenta los días por ver a mi bebé en físico y yo igual. El libro tiene un acabado maravilloso y la escritura de Pablo de verdad que le da mucha buena presencia al libro. En la contraportada pusieron una breve biografía de ambos con foto y la suya luce mejor que la mía. Salgo con un hombre que lo tiene todo, menos paciencia.

ConcupiscenciaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin