El baño

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El carro de Pablo frena justo frente a mi departamento y le dedico una pequeña sonrisa. Agradezco que me haya traído porque he visto el telediario recientemente y los feminicidios van en aumento, un taxi para regresar no es la mejor opción en mi estado.

Llevaba pocos días en el hospital, pero le pedí al médico el alta bajo mis cuidados, él me dijo que no hacía falta, que ya estaba bien de todo. Desde que todo sucedió lo que tenga que ver con los hospitales me da demasiado miedo, no me gustan en lo absoluto. Por más que yo sepa que nada de lo que sucedió fue mi culpa, sentí —en aquel momento— que hasta los doctores me juzgaban. La psicóloga quiso hacerme creer que eso estaba en mi cabeza, pero no siento que fuera así. La gente habla y uno siempre descubre cosas.

Durante los días que estuve internada, Pablo se comportó conmigo como el mejor amigo que alguna vez tuve. Me compraba todo lo que le pedía y cuidaba de que no hiciera locuras. ¡Hasta me bañó! Solamente una mañana me tuvo que dejar sola porque el decano lo requería en la universidad. No voy a negar que su ausencia se sintió bastante, pero agradecí que se fuera ya que googlé su nombre.

De Pablo Echeverría no aparecía nada relevante, es un escritor, filólogo, profesor y filólogo. Salían sus colaboraciones y algunos de sus reportajes, no pinché en ninguno porque ahí no encontraría información. Desistí al poco tiempo y probé suerte con sus perfiles en redes sociales. No posee muchas fotos, aunque sí un número de seguidores bastante impresionante. Supongo que se los habrá ganado por ese culito suyo tan perfecto.

¿Guarra? ¿Yo? No hombre no —sarcasmo nivel Dios—.

Para cuando regresó Pablo al hospital estaba intentando vestirme sin su ayuda, pero solo logré tumbar toda la ropa al suelo y sentirme inútil. Sé que será hasta que me ponga bien y que en cualquier momento alguna de mis amigas se ofrecerá a cuidarme, sin embargo, en esos instantes pensé que estaba perdida. Mi amigo de la infancia me bañó, me puso el pijama y me acostó.

Pasó todos estos días en un incómodo sofá de hospital por mí.

Nadie se había preocupado tanto jamás.

Bueno, mi ángel de la guarda lo hizo, pero eso no viene al caso.

Samuel me visitaba a diario con flores, chocolates y en una oportunidad —y a petición mía— vino, no le dejaron entrar la botella ya que violaba las normas del centro. Valió la pena intentarlo. Él se comportó casi tan bien como Pablo y a pesar de que al segundo le choca bastante la presencia del primero, a mí me encanta que ambos me protejan.

Según supe mi auto quedó destrozado y Samuel contrató un mecánico magnífico que aseguró que lo dejará lo mejor posible. Le pagaré en consonancia con el resultado. Los otros chicos están bien, me fueron a ver a mi habitación —al igual que sus padres— para decirme que lo sentían mucho. Les hice saber que no tenía intención de poner una demanda, que solo deseaba que manejaran con cuidado y que respetaran las señalizaciones para evitar un mal mayor. Yo también fui joven, no realicé más locuras porque vivía en un pueblo que me castraba en todos los sentidos, pero imagino lo excitante que debe ser vivir en la gran ciudad con todo a tu disposición.

Le envié un mensaje a mi madre con lo que había pasado y me llamó alteradísima. Habló durante horas mientras Pablo se reía de las caras que yo ponía. Entiendo que estuviera asustada porque algo me sucediera, pero casi me vuelve loca. Platicamos del asunto Olga. Mamá parece enormemente feliz de tener dos nietos y con todas las intenciones del mundo de restablecer los vínculos con mi hermana. Yo no puedo decir lo mismo. No puedo perdonarle lo que me hizo, lo que me continúa haciendo.

Una parte de mí piensa y siente que, si yo no puedo irme a la cama con un hombre y sentir placer, es porque, en algún recóndito lugar de su cerebro, aquello que sucedió se repite. Mamá me comentó que Olga es magnífica con los niños, en especial con Olivita, que era una niña muy especial. Por algún motivo tuve que sonreír, estoy segura que es una chica inteligente, despierta y que tendrá a todos los hicos detrás de ella cuando tenga un poco de más edad.

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