¡Parece que el sexo le activo el modo silencio!

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033:

Las manos de Pablo trazan pequeños círculos en mis caderas mientras sus labios se desplazan en cortos besitos por mi hombro izquierdo y cuello. No me he vuelto porque estoy absorta en lo deliciosa que se siente la sensación de tener su cuerpo muy junto al mío. No quiero que hagamos las cosas como las veces anteriores: solo buscando un orgasmo que tarde o temprano llegará; esta vez quiero que ambos nos deleitemos en el proceso, que disfrutemos casa una de las sensaciones que puede provocarnos el otro. Yo estoy dispuesta a sentirme así, a permitirle que me toque de esa forma y que me lo haga despacio.

Pablo mete su pierna entre las mías y la fricción entre los dos cuerpos comienza a nublarme el sentido común. Llevaba mucho tiempo sin sentirme así, sin desearlo con tantas ganas. Lo de la biblioteca estuvo bien, estuvo increíble, pero aquello eran ganas y esto son deseos. Aprisiono con mis piernas la suya, las muevo de arriba abajo en un intento de simular otra cosa. Pablo deja de hacer círculos y su mano se mueve a adelante, metiéndose por debajo de mi blusa hasta alcanzar mi pecho derecho. Trago en seco conteniendo la oleada de placer que me baña cuando sus dedos atrapan mi pezón.

Él sabe dónde tocarme.

Él consigue que yo me sienta bien durante algo que me parece repulsivo.

Poco a poco me voy girando yo para darle una mejor movilidad sobre mí y no me sorprende cuando intenta ponerse encima de mí. Su pierna deja de estar atrapada entre las mías y, aunque su mano se mantiene debajo de mi camiseta no toca ya mi pecho. En la oscuridad de la habitación mis ojos chocan con los del hombre que tanto me gusta. Él tiene los labios entreabiertos y está jadeante de ganas. Yo debo estar de la misma manera. Sus manos se desplazan por todo mi cuerpo hasta alcanzar mis piernas por los muslos y las pega a sus costados. La falda se me sube quedando expuesta solo para él.

-¿Estás segura que quieres que hagamos esto? -pregunta, aunque claramente veo la desesperación en sus ojos-. No quiero que mañana nos arrepintamos y...

-Sí quiero -lo corto de golpe, subiendo mis manos hasta que mi dedo índice le tapa la boca-, pero necesito que lo hagas suave, que me ayudes a disfrutar el proceso. Haz que olvide todo allá afuera.

Mis palabras parecen sacarlo por un momento de onda, por lo que decido tomar las riendas de lo que está sucediendo aquí. Alzo un poco mi torso y deposito un suave beso en sus labios. Al momento me lo corresponde de una manera lenta, pero apasionada. Su boca sabe a gel dentífrico y cuando su lengua se introduce tengo que soltar un gemido. Él sí sabe cómo besar a una mujer para hacerla sentir a gusto. Sus labios no son los únicos que juguetean, sino que combina el beso que nos damos con movimientos en mis muslos. Echaba demasiado de menos besarlo, acariciar su cuerpo o tenerlo así.

Poco a poco su boca se separa de la mía y un pequeño hilo de saliva se queda colgando entre ambos. Todo está siendo más romántico que nunca. Ojalá pudiera decir que esta es mi primera vez. En aquel entonces no sentí más que terror, pero en los brazos de Pablo me siento demasiado segura y protegida. No tengo nada que temer aquí.

-Liv, quiero pedirte una cosa -murmura él con la voz más gutural, evitando el contacto visual.

Apenas lo veo apartarse un tanto de mí mis sentidos saltan. Sé que siempre ha querido que lo hagamos por detrás y la verdad no tendría problemas en hacerlo, pero leí acerca de las duchas anales y no tenemos enemas a la mano ni tampoco creo que guarde una jeringa con la que pueda lavarme. Dentro de seis citas más podríamos intentarlo, no quiero cerrarme a ninguna experiencia con él porque sé que lo hará con mucho cuidado y con amor.

-Pablo, si la idea involucra las palabras culo, penetración y dilatación mi respuesta es no -espeto en un tono que no llega ser borde, pero que tampoco es todo flores.

ConcupiscenciaWhere stories live. Discover now