Dante Marchetti

151 34 4
                                    

006:

La última vez que vine a esta zona de la ciudad todo estaba diferente a ahora. Las calles tenían un poco menos de vida y la gente no andaba como loca en busca de su puesto de trabajo. Se nota que industrializaron esta área y la volvieron bastante agradable para vivir. Las aceras ya no están embarradas de las heces de los animales ni veo jeringuillas en los callejones, el alumbrado público está intacto y en la antigua casa yonki hay ahora un restaurante donde definitivamente tomaré una copa cuando salga del sitio al que voy.

Dos semanas llevo de coautora de Concupiscencia y, aunque el nombre me sigue pareciendo tan basura como el primer día, solo hizo falta que el imbécil de Macbeth lo sometiera a votación con los demás miembros de la junta directiva de la editorial para que todos estuvieran de acuerdo.

Odio decirlo, pero no me resulta tan desagradable compartir la escritura.

Lo más molesto es Pablo, que me llamó hasta en la madrugada para que lo ayudara con una escena donde Cecilia necesitaba maquillarse. Según sus propias palabras, él no tenía idea de los potitos que las chicas utilizamos para vernos guapas. Tuve que levantarme de la cama para ayudarlo y terminó viviendo a mi departamento a las cuatro de la madrugada para hacer su capítulo juntos. Quejarse con Freddy es imposible ya que siempre le da la razón y Macbeth está encantado con lo que le enviamos.

Me comuniqué con mi yayita hace unos días. Me dijo que escribiera bien bonito el segundo libro de Con M de mojada porque en el asilo todos lo esperaban. No me fue agradable la escena de tantos señores mayores excitados con mis escritos, pero es lo que pasa cuando se publica una novela erótica.

Hoy, gracias a que Pablo tiene que escribir un artículo para La Vanguardia y eso le tomará el resto del día, pude hacer mi viaje a la editorial Ángeles.

A la par que comencé Concupiscencia inicié también un proyecto secreto. Es de fantasía y la verdad es que me tiene atrapada, en siete días ya llevo diez capítulos. Lo más difícil fue crear criaturas nuevas.

El edificio que hay al final de la calle tiene que ser la sede de la editorial no solo por tener un letrero lumínico donde se lee: «Editorial Ángeles, el hogar de los noveles autores» sino porque es idéntico al de la foto que hallé en internet. En la entrada hay un toldito modesto de color blanco y verde y bajo él una alfombra roja. Me recuerda mucho a la entrada del edificio donde vivía George el curioso, ¿será que se basaron en este sitio para crearlo? Puede ser. Junto a la puerta giratoria con marcos dorados y empotrada en una pared pulida hasta sacarle brillo hay un encargado de la seguridad.

No vine en mi auto porque tenía ganas de estirar las piernas, aunque creo que lo que falló en mi plan fue que lo hice en tacones altos. Maldita mi manía de verme elegante a pesar de que vaya a uno de los barrios más empobrecidos del país o al menos lo era la última vez que lo visité.

Paso junto al portero y solo me da las buenas tardes.

La recepción que se abre es exactamente igual a todas las recepciones que hay en este país. Una mesa con una secretaria joven, bonita y rubia; un pequeño recibidor con muebles de vinil gris y un ascensor. Me acerco a la mujer que me mira inexpresiva.

─Hola, me gustaría hablar con el señor Dante Marchetti. ─Pasé todo el camino memorizando el nombre de este sujeto y por suerte no metí la pata.

─Lo siento señorita, pero el Licenciado Marchetti se encuentra reunido y así será durante todo el día ─comenta la mujer algo que de seguro tiene ensayado para las visitas desagradables─. ¿Es usted una autora novel? De ser así puedo tomar su manuscrito para dárselo a alguno de nuestros editores.

─En realidad, no soy una autora novel ─inicio mi explicación.

La mujer suelta una leve sonrisilla.
─¿Es usted autora autopublicada con interés en hacer contrato con nosotros? ─Corta mi explicación.

ConcupiscenciaWhere stories live. Discover now