28

1 0 0
                                    

Las pisadas resonaban sobre las hojas secas dentro del círculo. Las personas se preparaban para descansar del día o compartir un pequeño momento con otros. El fuego de la cocina ya se encontraba apagado y solo quedaban pocas mujeres limpiando los espacios.

Sin embargo, más allá de que todos estaban dispuestos a terminar el día, Shaira seguía muy despierta y pensativa estando en compañía de Lorent.

— Podríamos estar haciendo esto con Céline — dijo el chico borracho terminando de comer los frutos secos.

— Podrías no estar haciendo esta escena — refutó la mujer mayor mezclando las cartas.

— Pero hace mucho que no escucho de ella. Últimamente ha estado ayudando a los comerciantes a todos lados y ya no paso tanto tiempo en la cocina conmigo — se quejó.

— Se harto de vos —. Comenzó a repartir las cartas para las cuatro personas.

— Nadie se harta de mí.

— Mañana vuelve, ponte feliz — dijo Harry levantando sus cartas luego de que Felicia terminara de repartirlas.

— ¿Por qué nadie la extraña como yo?

— Niño ponte derecho que en esta partida te pisoteo — exclamó la mujer eufórica de la siguiente partida.

La risa del chico resonó en el comedor. — Controlen a la mujer cuando terminemos que va a terminar llorando — desafió.

El juego comenzó con Lorente tirando un rey de espadas.

— Pero sigo opinando que sería más divertido este juego con ella.

— Si, seguro que este es el lugar preferido de Céline para pasar la noche —. Utilizó el sarcasmo Harry.

Un suspiro pesado. — Casi pierdo esa carta — expresó el chico al darse cuenta de que iba a perder su juego. — Shaira, ¡no la extrañas?

La chica que se mantuvo en silencio desde que comenzó el encuentro y tomando sorbos largos de su bebida, simplemente sonrió.

— Sé que pasa en su corazón y solo me queda esperar.

Ella esperó hasta la mañana siguiente que la vió desde lejos bajar de la carreta con la ayuda del conductor. Su vestido se veía algo embarrado y arrugado pero su mirada era brillante, había frescura y juventud. Las ganas de acercarse provocaba a su corazón alocarse pero no lo hizo, iba a dejar a lugar que su compañera lo hiciera primero.

Céline estaba contenta de regresar después de una semana vendiendo frutas en un mercado. Corrió hacia la carpa para cambiar su vestimenta por una limpia para luego ir a encontrarse con Louis, expectante.

Había pasado un largo tiempo desde que tuvo una larga charla con sus amigos, hasta con Shaira. No era por algo malo sino que necesitaba un tiempo para ella y para reflexionar. Pasaron días de recordar en el que dudo de sus decisiones pasadas y tuvo otros con altibajos que la llevaron a las lágrimas. Y hubo unos que la hacía feliz con muchas ganas de compartirlo con su familia que fue formando. Entre todo esto, tuvo momentos en el que salió sola al mundo averiguando sus pensamientos. Durante este tiempo, confundió a todas las personas a su alrededor. Tuvo algunos enfrentamientos y otras resoluciones. Pero, el abrazo que se dio cada mañana y la sonrisa en cada anochecer la ayudó a soltar sus miedos y la oscuridad de sus recuerdos.

Antes de salir de la tienda dejó una flor en la cama de su amiga y se encaminó a la siguiente. Al llegar gritó el nombre del hombre esperando su permiso para entrar.

— ¿Buenas noticias? — preguntó el hombre sin corona acomodando unos libros.

La chica que estaba arrugando en puño la pollera de su vestido por los nervios soltó desprevenidamente: — Gracias.

Cenicienta, después del punto finalWhere stories live. Discover now