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Cuando la segunda semana en la ciudad llegó a su fin, el grupo volvió a armar sus maletas y sin dejar noticia se fueron. En un día de mucho calor comenzaron a pie. Siguieron en tren con la compañía de la briza fresca. Cuando llegaron al final del viaje con la locomotora, continuaron a pie con el sol sobre sus cabeza ralentizando por momentos al grupo pero siendo una perfecta excusa para descansar y jugar en un lago.

Las maletas quedaron arrinconadas bajo la sombra de un gran árbol. Los más viejos hicieron una ronda y comenzaron a repartir comida. En cambio, los tres niños corrieron de inmediato al lago entrando cada uno a su forma. Algunos jóvenes se animaron a imitarlos, entre ellos estaba Harry que tramaba la forma más divertida de entrar junto con una muchacha más joven.

Por otra parte, estaba Celine descalza y sonriendo hacia todos los del lago. Sus manos inquietas se entrelazan entre ellas o se rascaba la muñeca. Por momentos se tocaba el cabello o miraba hacia la comida.

Desanimada se dio la vuelta para sentarse en algún lado pero para su sorpresa Shaira con el cabello revoloteando por los aires, los pies también descalzos y con una gigante sonrisa se le acercó corriendo, le agarró la mano y la llevó con ella.

— ¡Vamos! — grito sin darle tiempo a dudar.

Al segundo llegaron al lago y saltaron llenas de emoción. Con la rapidez que entraron gritaron juntas al sentir el frío del agua.

— ¡Está helada! — exclamó Celine abriendo los ojos y agarrándose de los hombros de su compañera.

Ella en cambio carcajeó divertida ante la reacción.

— Vamos más allá.

Celine contenta la siguió, se integraron en el juego de los niños que terminó siendo un quilombo de agua por los aires. La hora fue pasando flotando, tragando agua, riendo y jugando.

— ¡No me tires! — grito Shaira cayendo junto con su compañero luego de perder en la lucha.

Celine que estaba a un lado sostuvo a la mujer antes de que termine hundida por completo. El movimiento del agua las llevó más lejos del grupo pero puso todo su fuerza para no soltarla. Shaira tomó una bocanada de aire y se apartó el cabello de su rostro.

— Casi te golpeo.

Celine sonrió.

— Si.

— ¿Te divertiste? — pregunto en un leve susurro. Sus manos flotaban alrededor del cuerpo de Celine sin intención de tocarla pero curiosa de qué pasaría si lo hacía.

En cambio, la joven muchacha no tenía intención de soltarla. Le gustaba cómo se sentía abrazar la cintura de su compañera, el contacto de sus pecho y poder ver sus ojos tan cerca.

— Extrañe esto. Me encanto.

— Genial — dijo levantando la mano hacia la cabeza de Celine.

Los ojos de la muchacha dudaron y hubo un leve movimiento pero se detuvo al no sentir su toque. Simplemente Shaira levantó un mechón de su cabeza para llevarlo más atrás.

— Ahora hay que regresar, si necesitas alguna prenda para cubrirte, dime.

Una leve sonrisa, se dio la vuelta y se alejó.

— ¡Todos saliendo! Vamos a continuar para encontrar un lugar para descansar — exclamó teniendo en cuenta que el atardecer ya se acercaba.

Y de ese modo continuaron a pie hasta una cabaña con la mitad del grupo chorreando. Celine estaba igual pero cálida con una capa gruesa de Shaira.

Al final del viaje se toparon con una fuerte tormenta que aprovecharon para quitarse todas las sensaciones y mentiras que fueron construyendo durante su tiempo en la ciudad. Era un alivio volver para la mayoría.

Cenicienta, después del punto finalWhere stories live. Discover now