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"Cuando ato las tobilleras a mis pies, al caminar produce un tintinear. Entonces una ráfaga de viento me dice, que me dejara el camino libre."

Rajvaadi odhni - Jonita Gandhi y Pritam

Pies emocionados. El tintineo de las pulceras de su madre sonaban por sus movimientos vivaces. Había una sonrisa en sus labios y un sobre entre sus dedos.

Habían pasado varios días desde que salieron de las rocas. Aruna con sus padres viajaron hacia el oeste, regresando a la casa de la última vez, en Shefford Woodlands. Un pueblo tranquilo y oportuno para esconderse. La casa pertenecía a una pareja vieja de nacionalidad alemana; en el que alquilaban parte de la casa a inmigrantes procedentes principalmente de India y Nepal.

— Mamá, ¿qué dice la carta? — preguntó levantándose del suelo, dejando a un costado el bordado que estaba realizando.

— En el remitente dice Rort — susurró la madre a lo bajo.

La niña se le acercó rápido para sacarle el sobre.

— Pero no tiene su sello, hay que tener cuidado. No lo abras, vamos a esperar a tu padre.

La niña se quejó devolviendo el sobre. — Pero puede estar en peligro o quizás nosotros lo estamos y nos está avisando.

— Peligro o no, no vamos a dejar a tu padre así que lo vamos a esperar y él nos contará lo que dice en ella.

La niña con una mala cara salió de la habitación con el objetivo de ir afuera de la casa.

Aruna en ese momento compartía habitación con tres familias indios y dos de Nepal. No tenían tantos espacios pero estaban agradecidos de tener un techo donde dormir y comer. Las mujeres se sentían cómodas de poder trabajar en el mantenimiento de la casa sin tener que separarse de sus hijos o hijas. Los varones debían salir y hacer trabajos pesados para ganar algo, así poder continuar en esa casa.

Ella estando afuera, el viento cálido la recibió. Sus ojos cerrados ocultaban la angustia de su corazón y sus labios secos las palabras de preocupación.

— Por favor cuida de todos ellos, por favor cuida de nosotros. Quiero volver y encontrarme con mis amigos — rezaba la niña hacia el cielo.

Estaba todo organizado pero para Aruna era algo molesto ya que no podía pasar tiempo con su padre o aprender de su madre. Extrañaba al círculo.

Con la luna iluminando los senderos vacíos, la puerta de entrada de la casa se escuchó. La madre que estaba esperando ese sonido llamó para comer. Aruna contenta se levantó y de una sacudida despertó a un niño más pequeño que dormía a su lado.

— ¡Vamos a comer! — exclamó saliendo de su esquina donde estaba recostada. Corrió hasta su padre, él la cargó y se dieron un cálido abrazo.

— ¡Papá, llegó una carta! Quizás ya podemos regresar — expresó la pequeña esperanzada.

— Vamos a la mesa y leemos lo que dice.

La familia se sentó junto con otra más numerosa, Aruna se sentó junto a la silla de su madre quien estaba sirviendo la comida. Su padre aceptó la carta y comenzó a leer internamente notando la gravedad del asunto.

El tiempo sigue corriendo y el regreso se vuelve interminable.
¿Cómo están? La luna los ilumina pacíficamente o las llamas están tocando sus talones. Por malas, las mías están encendidas. El tiempo continúa como lo estamos viviendo, no tenemos salida hasta el momento.
Preserven su seguridad, hasta pronto con las próximas noticias.

Cenicienta, después del punto finalTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang