Caballeros

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—¿Qué es este lugar? —le preguntó Ben a Kylo, quien no se había atrevido a hablarle desde que le tendió la mano apenas cayó presa del cansancio en el mundo real —. Rey se preocupará si no despierto —le recordó, esperanzado de que le funcionase recurrir a su amor por la Jedi, pero él continuó jalándolo, ajeno al miedo en su rostro.

De repente se detuvo. De repente serio, de repente detrás suyo ahora, con ambas manos apoyadas firmemente sobre sus hombros más que rígidos. Había de dos en este tipo de ocasiones: o lo había llevado a morir para quedarse con su cuerpo y no lo sabía o quería mostrarle algo y el misticismo era el único método que se le ocurrió. Aun así, fuera la respuesta que fuese, su risa no le agradó en lo absoluto.

—No seas ridículo, cazador. Ni que estuviera tan necesitado para hacer algo así de atroz. —Quizá se equivocaba, pero Ben podía jurar que lo vio por el rabillo del ojo esbozar una sonrisa torcida típica de Han. 

—Es difícil saberlo. Según vi en tus recuerdos, heriste a Finn de gravedad solo por haber abrazado a Rey —lo acusó, sonriendo también, aunque no con tanta alegría porque dicho chico ya no le caía tan mal como para querer causarle un daño de ese estilo.

Kylo rio sin gracia esta vez, para su horror. 

—Se lo merecía —contestó, el agarre de sus dedos cubiertos volviéndose de un momento a otro demasiado fuerte para soportarlo —. Él no solo la abrazó como tú dices. Él también la lastimó, y lo que le hice no fue más que una fracción de lo que debí hacerle en realidad por meterse con lo mío, con mi Jedi. —Después de semejante revelación lo soltó y Ben pudo respirar con normalidad.

—Vaya. A veces olvido lo fuerte que eres. —Se tanteó los hombros en busca de posibles moretones. Quizás estaban en su mente, pero las heridas al igual que los recuerdos podían regresar con él al mundo real, y ciertamente no le apetecía contarle a Rey que otra vez había estado discutiendo con su yo de otra línea.

—Tú también puedes serlo. —Ben le sostuvo la mirada, pese a que lo único que deseaba era cambiar el tema a otro en el que le demostrara lo que podría hacerle si le fastidiaba.

—Y tú podrías aprender a responder con propiedad cuando se te pregunta algo.  —Se cruzó de brazos, decidido a no permitir que se aprovechase más de sus desventajas para molestarlo —. Que yo sepa, tuvimos la misma madre; por ende, me sorprende que no tengas modales.

Ben supo que ganó cuando Kylo rodó los ojos; de todos modos, no cantó victoria por si se le ocurría volver a atacar. Para su sorpresa, no lo hizo; en su lugar, le pareció que le aconsejó: 

—La oscuridad que hay en mí también está en ti, cazador. En vez de temerla, en vez de rechazarla, debes aprender a manejarla. No sabes cuándo puede ayudarte.

¿Ayudarlo? ¿La oscuridad? Pensó en que le contó de Finn. Pensó en lo que vio de ese recuerdo, en la fuerza que tuvo para realizar todas y cada una de las atrocidades que cometió tanto antes como después del suceso. El Lado Oscuro le daba poder, cierto, pero también una soledad lo suficientemente profunda como para enloquecer a cualquiera. Entonces, ¿dónde estaba lo bueno? ¿Dónde estaba la razón para aprender a manejarla?

Quiso preguntarle. Quiso detenerlo del hombro y exigirle que se dejase de trabalenguas y le respondiera. Pero Kylo era quien era, y jamás podría haber evitado que lo obligase a seguirlo hasta donde él yacía de pie, mirando desde un balcón hacía la escena que ocurría abajo.

Ahí lo supo. Estaban en el Infierno. Estaban en Exegol.

Ben retrocedió varios pasos sin poder creérselo. De alguna manera, Kylo lo había llevado a la boca del lobo. A la guarida de Palpatine, maldita sea. Pero eso ni siquiera era lo que más le pasmaba, sino el hecho de que los seis hombres armados frente al reanimado Emperador que alguna vez reinó la galaxia vestían de negro exactamente como él. 

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⏰ Son güncelleme: Apr 26 ⏰

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