Luciérnagas y mariposas

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Advertencias: Bueno, bueno. Ya saben por qué está esto aquí, así que espero sea de su agrado.

—&—

Aquí.

—¿Dónde estará Ben?

En lo personal, Leia en sí no sabía por qué se preguntaba aquello. Han ya le había dicho más o menos la razón por la que Ben no estaba con ellos en casa ni con sus amigos disfrutando la victoria de su cacería. Después de la travesía, el final de ella había llegado para recompensarlo como se merecía junto con la Jedi que había pasado de ser su presa al amor de su vida.  

—Definitivamente tiene que ser de familia —dijo en voz alta, con una risa. Han, que curiosamente pasaba por su lado, sonrió al oírla.

—¿Pensando ya en Ben, princesa? —Leia se refugió en sus brazos cuando se le acercó a envolverla cariñosamente con ellos. 

—Es imposible no hacerlo, Han. Sabes bien que él y tú son mi mundo. —El aludido tarareó. Ellos también lo eran para él a pesar de que no solía decirlo a menudo.

—Es un adulto ya, caramelo. Su chica debe estar cuidándolo incluso mientras tú y yo hablamos.    

—¿Tú crees? —Han asintió, contento.

—¿Qué te puedo decir? Es un Solo. —Leia rodó los ojos. Sabía a donde iba esa charla —. Nuestros encantos solo atraen a mujeres fuertes.

—¿Mujeres que puedan domarlos, también, por ejemplo? —Han se separó un poco para verla a los ojos. Estos de color chocolate profundo brillaban con la chispa de la picardía.

—Aquí te equivocas, cariño. Eso es imposible. Somos indomables —presumió, con aparente orgullo. Leia tuvo que morderse el labio para no reír.

—Claro. Todo lo hacen por voluntad propia.

—¿Te estás burlando? —Han se hizo el ofendido. Su ceño estaba fruncido con fingida indignación.

—Espero que Ben esté bien —cambió de tema entre risas, volviendo a recostar la cabeza sobre su pecho. Han de paso la meció con ternura.

—Conoces a ese niño, cariño. La palabra peligro siempre será su segundo nombre por excelencia, pero cuando está con su Jedi eso no podría ser más que errado.

—Se parece tanto a ti. —Han le dio la razón, con un ligero apretón —. Quizá por eso me es tan difícil negarle algo.

—Nos amas. —Leia sonrió contra él.

—Sí, los amo. Y por eso mismo es que no quiero que nada malo le pase. Aunque esto de algún modo tampoco creo que llegue a suceder. Rey lo ama demasiado —suspiró, con cierto alivio. Era una suerte que Luke ni nadie con sus entrometimientos hubiera sido capaz de destruir todo lo bello que ellos como uno había formado con su amor.     

Ajeno a sus temores, y un lugar muy, pero muy distinto al suyo, Ben se encontraba en el paraíso, durmiendo aún entre sus mismísimas nubes. Eso de ser la cuchara pequeña del abrazo no era tan malo como pensó en un principio que sería por su exagerado tamaño. En verdad disfrutaba que incluso en sueños Rey quisiera protegerlo de cualquier mal que pudiera bien o no amenazarlo con algo más feo que hundirlo.

•La Cacería• Where stories live. Discover now