Descubrimiento

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Cada que veía sus manos, fuertes, pero mortales para los que tenían la mala suerte de provocarlo, Ben se asqueaba, pensando inconscientemente en las atrocidades que la otra versión de él cometió en su historia, sumergido en una bruma que le nubló el buen juicio por muchos años y lo convirtió en el monstruo que él ahora temía replicar.

¡Eres un monstruo! —resonaba el insulto en su cabeza, y la imagen de sus pesadillas se manifestaba, enseñándole el cómo el resto lo veía, como un ser desagraciado y sin sentido de la compasión.

Lo soy —aunque, quizá, lo peor era frente a quien lo aceptaba, una persona que jamás creyó que lo insultaría de esa manera tan agresiva.

En esa visión, su Jedi lo observaba, determinada a echarlo de su espacio invadido por la conexión que compartían. Sus ojos encendidos, su ceño fruncido. Su furia era palpable, pero la peculiar frustración que sus expresiones luchaban por ocultar no se quedaba atrás, delatándose ante él por culpa del desvío de su mirada y breve tristeza reflejada.

Cuando recuperó el control de su cuerpo, caminó en su dirección, curioso por saber más sobre esa versión de ella que lo odiaba con el alma. Debía existir una razón para que todos esos sucesos le ocurrieran, y suponía que ella la sabría al pertenecer a esa realidad que él solo comenzaba a conocer.

—Rey —la llamó, pero ella retrocedió, abrumada por su cercanía y lo atrayente que le parecía, sobre todo por esos ojos casi ámbar que la contemplaban desde su altura privilegiada —. ¿En verdad piensas eso de mí? ¿Que soy un monstruo sin corazón, que no le importa nada más que él mismo?

Pese a oírse como tal, su intención no era reprocharle, sino verificar si sus palabras eran reales o no en cuanto a lo que pensaba de él. De ser ciertas, lo comprendería. Se merecía su desprecio. De lo contrario, ¿por qué decía lo que decía si no lo sentía? Sin imaginarlo, ella tenía la capacidad de destruirlo con solo una negación de su parte. Su corazón colgaba en sus manos.

La chica estiró los brazos y lo detuvo, apoyando las palmas de las manos contra la dureza de su pecho levemente acelerado. Sus mejillas enrojecieron al sentirlo, arrepintiéndose de inmediato por haberlo tocado. Sin embargo, no por eso permitió que la intimidara con su imponencia, encarándolo apenas él se agachó un poco para verla de frente sin dificultad física que lo impidiera.

—T-te lastimé —le dijo, refiriéndose a la cicatriz que él, y así era, aparentemente ignoraba —. Deberías odiarme, ¡tienes que odiarme!

—¿Por qué? —inquirió otra vez, mirándola con ojos brillantes —Eres asombrosa y muy fuerte. ¿Por qué debería odiar a quien solo con su Luz es capaz de colorear mi existencia y darle un motivo para continuar?

—¿Y tú por qué no puedes odiarme? —le recriminó, subiendo una de las manos a su rostro y delineando la herida que marcaba parcialmente su mejilla —Herí tu imagen, tu orgullo. ¿Por qué no puedes pasar por alto este extraño lazo que nos une y ya?

—Porque no puedo —contestó, tomándola de los hombros y acariciándoselos ligera y suavemente con la yema de los pulgares —. Porque me marcaste y robaste el aliento —a medida que hablaba, ella lo acercaba, tirando de sus mejillas hasta que sintió sus gruesos labios posicionarse sobre su frente —. Porque soy tuyo desde el momento en que llegaste y te adueñaste de mi corazón.

—Ren, yo…

—Ben —la calló dulcemente, cerrando su boca con sus dedos largos y rápidos —. Mi nombre es Ben Solo.

—Ben Solo —pronunció con una sonrisita, dejándose envolver pronto por la fuerza de su abrazo —. Me gusta ese nombre.

—Por favor. Nunca te canses de decirlo —sonrió también, encantado. Su nombre nunca antes se había oído tan bien como ahora, como cuando solo ella lo decía.

•La Cacería• On viuen les histories. Descobreix ara