Capítulo 24.- Weird

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-Capítulo sin corregir-

Una de mis cosas favoritas en esta vida, pese a ser introvertido, es el momento en que dos personas pasan de ser dos desconocidos a ser todo un mundo, ambos en busca del sol. Cada uno de ellos pasó de ser nadie, a todo para el otro. Sin embargo, siguen siendo desconocidos pese a todos, pues ahora que hay algo de por medio, los secretos han ido en aumento.

Era de mañana, en unas horas regresarían a sus respectivos hogares; sin embargo, todavía estaban en aquella bella mansión de la chica. Hace mucho no la pasaban tan bien. Aquel lugar se sentía como un hogar, donde no faltó la comida, las risas, karaoke y el pump it up.

Cross fue el primero en levantarse. Se habían quedado dormidos en ese enorme y lujoso sótano. No quiso despertar a nadie más, prefirió ser acomedido y ver si podía sorprender a los chicos con algún desayuno. No estaba acostumbrado a este tipo de vida tan ostentosa, así que nunca le pasó por la mente que seguro tenían trabajadores que se encargaban de esas cosas tan mundanas. No fue hasta que se detuvo en el marco de la cocina que vio no sólo a la cocinera y mayordomo, sino a un joven que lejos de impresionarle sus claros ojos y pálida cara, la estatura lo abrumaba.

—Madre de dios —se le salió al ver esos dos metros veinte de ser humano.

El joven volteó, la alegre conversación se había callado. Su mirada era tan bella, que sus anteojos parecían más una vitrina que una necesidad.

—¿Eres...? —dijo con una gentil sonrisa.

Cross no supo hilar bien sus pensamientos, pues no sabía cómo referirse al joven, pues por momentos pensó que era el hijo de alguno de los sirvientes.

—Soy, yo, este...—balbuceó torpemente, sin poder dejar de ver lo enorme del chico—. Cross, yo...soy...no sé qué soy, no sé si soy amigo de la señorita Neo, sólo, este...

—¡¿Eres amigo de mi hermana?! —dijo en un grito que se ahogó en un jadeo de felicidad y sorpresa—. Qué pena, deberíamos tener el desayuno ya listo. Quería que todo esto estuviese para cuando ustedes se levantaron. Mi padre me habló de su visita, son las primeras visitas en esta casa, lo siento, estoy hablando mucho, ¿estoy hablando mucho? No me he presentado siquiera. Me llamo Nicholas, pero no me digas así, es demasiado formal, puedes decirme Cole. Mi papá dice que suena como Cola, siempre hace esos comentarios porque le da miedo que me molesten, pero no le doy importancia, sólo a él se le ocurren esos apodos, debería empezar a callarme, aunque en vez de decir que debo callarme debería callarme —hablaba y se acercaba a él, hasta que finalmente tomó su mano entre las suyas para agitarlas a manera de saludo.

—¿Su hermano? —dijo desconcertado, dejándose hacer—. Pero si...—intentó decir, pero sintió una oscura presencia a su espalda.

—¿Pero qué? —dijo Neo, con su 1.55 lleno de odio. Estaba desmañanada, sus ojos se veían batidos y su cabello no tenía forma.

—Pero nada —rio con nerviosismo.

AHSUMADRE —gritó Eduardo quien llegaba detrás de Neo.

—¿Qué pa...? ¿Qué le dan de comer? —dijo Diego quien seguía a su amigo entre bostezos, mismos que se le cortaron al ver tremenda garrocha.

—Es...su hermano —contestó Cross sin dejar de verlo, ni apartar su mano de él.

—¿De quién o qué? —balbuceó Diego—. Es grosero mirar así, pero no puedo dejar de mirar.

—Es mi hermano —se quejó Neo, achicando la mirada para vigilar mejor sus reacciones, mismas que no se hicieron esperar con una tonta risa.

—¿Qué? —dijo Eduardo al ver que hablaba en serio—. Chingah, ya vimos quien se robó el...no importa—carraspeó nervioso al sentir la mirada asesina.

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora