Capítulo 12.- World of Our Own

10 2 4
                                    

-Capítulo sin corregir-

Los conciertos fueron éxito tras éxito, y Do comenzaba a manejar sus nervios, convenciéndose de hacerlo perfecto. Al final de cuentas, en ese momento era el mundo de ellos, era gracioso cómo la vida podía sorprenderlos.

—Me siento muy pornográfico —se quejó Bruce, escondiendo su esculpido cuerpo veinteañero.

—¿Por qué yo no puedo estar igual de "piruja" que Bruce? —se quejó Do con recelo.

—Eduardo, en serio debemos hablar seriamente de tu lenguaje frente al niño.

—¡Que no soy la mamá de nadie! —gritó al fondo, mientras preparaba a James.

Como saben, y si no, en algunos países es más barato grabar, y aprovechando que estaban en las Europas, grabarían un nuevo video musical, y usando las costas griegas junto con la brisa marina, harían su balada más amada por los fans.

—No pensé que te importara verte sexy —dijo Lucas, a quien vestían con una holgada y enorme camisa. Su cuerpo al igual que Bruce empezaba a verse tonificado, cosa que no le encantaba a Jeff, pues no iba acorde a su papel de inocente, sin embargo, no permitiría que le sucediera lo mismo que a Eduardo.

—No, pero... Es decir, ya soy un adulto —respondió Do con seguridad.

—Señorito Do, el jugo de Guayaba que me pidió. —Se acercó una del staff, extendiéndole un cartoncito.

—No digas nada —advirtió el niño a Diego, quien ya había abierto la boca para mofarse.

—¿Quién dejó esta comida aquí? —gritó el de cámara, preocupado de que se hormigueara.

—¡NO TOQUEN ESO! —gritaron casi todos, incluso Jeffrey, espantando al pobre muchacho.

—Es la ofrenda para los duendes, para que nada se pierda —contestó Diego, casi a manera de pujido y suplicio, para que dejara eso donde lo encontró.

La cara de confusión por parte del cámara, fue bastante obvia. No quiso pedir explicación, sólo obedeció las órdenes. Los chicos respetaban ese ritual de Lucas en cada momento importante, no sólo por su salud mental, sino porque comenzaban a sospechar que los objetos desaparecían sin razón alguna cuando no daban dichas ofrendas. Tal vez se estaban predisponiendo, pero no se arriesgarían.

—Chicos —dijo Jeff tras recibir un par de susurros de un asistente—. Tengo que retirarme a resolver unas cosas. En teoría, esto debería terminar en unas seis horas. Compórtense, y Bruce, confío en ti, muchacho. —Sonrió dulcemente al mayor, quien casi se desnuca al asentir con violencia.

—No entiendo el video —dijo Lucas tras terminar. Los muchachos observaban en la pantalla lo grabado—. ¿Por qué cantamos mientras nos mojan además de revolcarnos en la arena?

—¿Cuál revolcarnos? ¿Por qué hablas en plural si tú no te atreviste a hacerlo? —refunfuñó Diego molesto y celoso. El chico ya estaba a medio encuerar, intentando separarse los testículos al meter su mano al bóxer, para después sacudirse las nalgas de arena.

—Lo hiciste bien —dijo Eduardo, ignorando la plática del fondo. Lalo ayudaba a sacudir a James. En estos meses de gira, la gente creía que él era un asistente más.

—¿Tú crees? No creí que fuese tan difícil bailar sobre la arena.

—Estoy seguro que este concepto lo volverán tan popular, que en unos años algún grupo de chicas lo intentará replicar —bromeó.

—¿Por qué de chicas?

—Porque los hombres están tan ocupados en verse rudos en sus videos musicales, que dudo que quieran mostrar vulnerabilidad —contestó Eduardo, sin entablar una mirada directa. Todavía no podía con la forma en que James le observaba, lo ponía muy nervioso—. ¿Puedo hacerte una pregunta? Es decir, podrías mentirme y tal vez no me dé cuenta, pero...¿por qué siempre me miras así?

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora