Prólogo

22 4 4
                                    

<<Si me hubiesen dicho todo lo que habría pasado de aceptar ese contrato, hubiera pensado 2 veces en firmarlo. No sé si haya valido la pena, aunque admito que, parado aquí, no sólo viéndoles a ustedes, sino estando con mis compañeros, mi vieja familia, me hace olvidar todo, sintiendo que mi regreso no es en vano>>

Las fans gritan con locura, lloran y muestran todo su apoyo. El estadio está completamente abarrotado y, aun así, no había necesidad de usar la fuerza bruta para controlar a la turba enloquecida. Así como nuestros chicos crecieron, su público maduró con ellos, siendo un ejército imparable; y cómo no serlo, habían pasado más de veinte años desde que el grupo se formó. Se convirtieron en un ícono de la cultura popular, con sus errores, tropiezos y horrores, pero ver a esos fieles seguidores no sólo alzar carteles donde expresaban su amor, sino también decenas de banderas de colores, acogía el corazón de los muchachos.

—Basta de charla y sentimentalismos —se burló uno de los muchachos con un tono dulce y juguetón. Ahora sin miedo, tomaba la mano de su compañero, quien por fin había regresado. Su mirada expresaba total arrepentimiento por todo lo que le hizo pasar, y que estuviera ahí, lo tranquilizaba por completo—. Ellas, ellos y elles quieren escucharnos. Espero sigas en forma, porque a cierta persona ya le truenan las rodillas.

—Te escuché, idiota —respondió el aludido, lanzándole una botella vacía al bromista.

—¿Puedo dedicarle la siguiente canción a mi bonito novio? —preguntó otro integrante, entusiasmado de por fin poderlo decir sin pena, y mejor, que por fin después de años lo veían como el hombre adulto con necesidades que era.

—Oye, pero ni siquiera es una canción romántica —interrumpió el más tímido de todos.

—¿Y? Quiero dedicársela, para que sepa qué siempre pienso en él —contestó, mientras saludaba a la cámara. Su mueca era inexpresiva para los que no le conocían, pero para los muchachos y la fanaticada, él tenía la sonrisa más grande de su vida.

—Controla a los niños —bromeó el último integrante. Sus ojos se clavaban en quien había regresado, dedicándole una mueca de felicidad y emoción.

El mencionado contuvo una carcajada; había extrañado aquella rara dinámica, donde él era el hermano mayor.

—Muchachos, ¿están listos? Uno...Dos ... Tres...—canturreó el viejo líder.

Todo se apagó, y en un estallido de colores, se volvió a iluminar el escenario. Las voces maduras de los chicos resonaron en un eco que enchinaba la piel del público. Las luces bajaban y subían de intensidad lentamente.

Tras las primeras líneas de la canción, donde proclamaban el haber encontrado su camino después de días tormentosos, hubo un sepulcral silencio. La gente los acompañó sin emitir ni un solo grito. Lo único que hizo acto de presencia, fue la bocanada de aire de uno de los chicos, quien sacaría esa dulce y sufrida voz que todes amaban.

"Nos dijeron no pertenecer, ustedes llegaron, y nos llevaron al amanecer"


PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora