Capítulo 5.- Stuck

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Gritarle al mundo, que viesen la pasión que tenían en sus corazones es parte del sueño, pero por ahora siguen atorados, incluso en un día perfecto habrá obstáculos que...los lastimarán.

—Do-Yun- Ah —.llamó su padre al ver que su esposa llegaba con su hijo en la noche tras haber pasado las mejores horas de su vida—. ¿Me quieres explicar dónde estabas? No creo que a esta hora estuvieses en una clase de violín o piano.

—Encontré una oportunidad, padre —respondió el niño antes que su madre se interpusiera. Sentía que era lo suficientemente adulto. El atrevimiento le costó una fuerte bofetada.

—Háblame con respeto mocoso. Ese idioma, tan vulgar, no lo tolero, lástima que debemos adaptarnos a él para tener oportunidades aquí —resopló irritado.

¡Appa! —alzó la voz tras la cachetada, evitando cualquier honorífico que pudiera mostrar respeto. Temblaba, pero no se dejaba intimidar por la cara roja de su padre—. Usted quiere que triunfemos en este país, tener mucho dinero y mantenerlos cuando estén viejos. Yo los mantendré y cuidaré. Me has enseñado que no debo menos que la excelencia. Seré excelente en todo, no fallaré. Si no lo logro antes de terminar la escuela, prometo que entraré a cualquier universidad y carrera de su elección.

Do-Yun-Ah —le habló su madre con esa mezcla de cariño y formalidad; podía notar cómo su carita aguantaba las ganas de llorar por ese golpe que hinchaba su mejilla, que intentó acariciar para bajar su dolor—. Ve a tu habitación, es tarde y debes descansar —pidió en coreano.

Una vez salió, la fría mirada de la mujer se posó en su esposo, quien estuvo a punto de comenzar una rabieta, hasta que sintió el reproche de su esposa.

Sé que quieres la perfección de nuestro hijo, yo también lo quiero. No deseo que termine en nuestra tienda de abarrotes —dijo tras sentarse en uno de los sillones.

Entonces deberías dejar de permitirle perder el tiempo con esa música indecente. Nadie lo tomará en serio...

Este contrato dice lo contrario —interrumpió la mujer. Sacó de su bolso el papel, extendiéndoselo.

El señor Eun tomó los documentos a la vez que acomodaba sus anteojos. Alzó sus cejas conforme iba leyendo más y más.

La condición con la que dejé participar a nuestro hijo, fue no descuidar sus compromisos, y que sólo tenía hasta graduarse de la preparatoria. Si no lograba mostrarme que iba en serio...bueno, él ya le dijo el trato.

—¿Estás metiendo las manos al fuego por él?

—No, esposo mío. Estoy confiando en la crianza que le he dado. ¿No hace usted lo mismo?

Do-Yun logró escuchar la conversación, se había escondido en el pasillo. Sentía una fuerte alegría por el apoyo de su madre, sin embargo, una semilla de ansiedad comenzaba a ser cultivada en su pecho. Tenía cinco años para lograr su sueño, y saber que el "tic, tac" empezaba a sonar dentro de su cabeza, era una sensación agobiante.

Por otro lado, tenemos a Eduardo. Había regresado muy contento por haber hecho nuevos amigos, aun así, el estómago le ardía de sólo recordar las palabras de Jeffrey, quien con extrema pena y vergüenza, pidió que se esforzara al máximo para bajar de peso en lo que entrenaban.

Sus orejas se ponían rojas al verse en el espejo a la vez que sumía esa pancita que colgaba del resorte de su short. No podía ver sus pies.

"No lo defraudaré", fue lo que pensó, sintiéndose profundamente agradecido con el Sr. Rock por mantenerlo dentro del proyecto. Sabía que confiaba en sus habilidades, y mostraría que la espera valdría la pena, aunque le daba miedo quedarse atorado y retrasar a sus compañero.

PerdidosWhere stories live. Discover now