Capítulo 14.- Besos Fáciles

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=Capítulo sin corregir=
¿James no tiene un capítulo? Me estaba tardando. No está demás decir que él persigue un sueño, y podría también mencionar que juega con su libertad, pero...la realidad no es así.

Notó el escepticismo cuando audicionó, pese a que mencionaban lo atractivo de sus finos rasgos y ojos claros que se veían complementados con esos gruesos labios y piel exótica. En ese momento logró alcanzar a oír lo que se murmuraban entre ellos, y cómo lo negro debía mantenerse con lo negro.

Ya se imaginarán la sorpresa que tuvo el joven cuando obtuvo el segundo llamado. Gritó, saltó, pataleó y mostró una efusiva felicidad que alegró a su familia, misma que aunque estaba insegura, ya que lo negro debía mantenerse con lo negro, no iban a meterse con la euforia de su niño...aunque una parte de mi deseó que lo hubiesen hecho, ya que la decepción en su rostro cuando Vespa le explicó su papel, señalando que lo único que le servía, era su atractivo, que tenía suerte de lucir étnicamente ambiguo.

"Sólo tengo que aguantar un poco, alguna puerta se abrirá", era lo que estaba en su mente. Quería saborear la música, aunque fuese con la punta de su lengua, estaría satisfecho con las miserias con tal de encontrar una moneda de oro para su futuro, sin embargo, nunca esperó conocer a Eduardo.

Mierda, quería casi convertirse en un jodido faro para ser notado, y ni se diga cuando descubrió su talento. En esos momentos olvidaba del: qué dirán. Ansiaba tanto ser su amigo, o eso creía.

En un mundo donde debes mantener la cabeza agachada y fingir ser parte de la predominancia, Lalo se sentía como un respiro donde se olvidaba del mundo.

—Nuestra primera parada, la Estatal de La Gran Ciudad —dijo Jeff, una vez todo estaba preparado dentro del colegio. Los muchachos todavía no bajaban del camión.

Todos asintieron, aún nerviosos, ya que los espectáculos del tour escolar, serían a nivel piso, siendo rodeados 360 grados. No era lo mismo una separación de rejas y unas luces que te cegaban, a poder verle la cara a todos en un gimnasio que era una décima parte de los escenarios en Europa.

Diego ajustaba su brazo, balbuceando un poco las canciones. No iban a ser muchas, pero no estaba de más, mientras que Do hacía pequeños ademanes recordando las coreografías. Lucas dejaba su pequeño altar a los duendes, Bruce escuchaba el instrumental de las canciones en un walkman, y finalmente James, sólo se dedicaba a observar sin saber por dónde empezar o qué hacer.

—Es momento que vayan bajando, lo aprendido, aprendido está. En unos cuarenta minutos comenzará el pequeño show, están alistando a los alumnos.

—Si estaremos en un gimnasio —comentó Eduardo, siendo el único quien se atrevía a preguntar—. ¿Dónde estaré yo, cantando?

—Debajo del gimnasio hay un sótano, y por suerte la señal del micrófono llega —respondió Jeff con timidez y vergüenza—. Eduardo, de verdad, muchas gracias por esta increíble paciencia—dijo, atreviéndose a abrazarlo con fuerza, siendo correspondido de forma torpe.

—Descuide señor, usted se ha esforzado mucho. Perfectamente pudo sacarme, y me...—Sus mejillas se coloraban al punto de dolerle—, me ha mantenido cerca. Gracias.

—No, gracias a ustedes. Ahora, vayan a mostrar todo lo que han trabajado —finalizó, viendo cómo algunos integrantes comenzaban a bajar, siguiéndolos.

Eduardo iba tras Jeff, pero James le detuvo de la muñeca, pudiendo sentir esa fría y sudada palma. Era obvio que los nervios se apoderaban de él. Si los demás tenían miedo, James les ganaba. No era lo mismo equivocarse a ser cachado en un fraude.

—Lo harás increíble, hemos ensayado mucho, venimos de una gira y lo hiciste increíble —dijo tras soltarle y tomarle de ambas manos con naturalidad—. Tú puedes "carnal". Eres más que una cara bonita —intentó bromear.

PerdidosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora