37. La noche del silencio

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Se recomienda escuchar música triste en este capítulo.

—¡No los veas y corre! —Max me jaló con fuerza...

—¿Qué demonios está pasando? —dije al aire.

Sentía pesados mis pies y se me estaba dificultando seguir corriendo, un sentimiento de asfixia se estaba apoderando de mí, apenas y podía escuchar la voz de Max por la adrenalina y miedo que esos extraños estaban provocando en mí.

—Max... Yo...

—No, Lukas. Ahora no, corre, ya estamos por llegar —dijo mientras apretaban con fuerza mi mano dándome a entender que no me iba a dejar.

Volví a ver atrás y ellos seguían corriendo.

—Lukas, vamos a hacer algo, confía en mí. Entra por allá... —señaló una ruta a la derecha—. Y yo me iré por el otro lado, tú solo sigue el camino. ¿Me entiendes?

No respondí.

—¿Lukas me entiendes? —volvió a preguntar, con firmeza y rigidez.

—Sí.

—¡Ahora!

Corrí con todas mis fuerzas. El aire me faltaba y un músculo de la pierna me estaba doliendo, como cuando te los desgarras. Cada vez había menos luz. Volví a ver atrás y ya no había nadie. Aun así seguí con mi meta.

Rogaba porque Jake apareciera y me salvara. Quien diría que un simple trabajo terminaría en una persecución de la que no tenía ni la más mínima idea.

La noche provocaba que la escena fuera de todo menos agradable. El sudor se estaba apoderando de mí, y no estuviera tan deshidratado si hubiera dignado a tomar algo de agua en el día.

Ese era el motivo por el que sentía que me iba a desmayar. Spoiler, me desmayé. Recuerdo que caí sobre unas bolsas de basura en una completa oscuridad y mal olor.

No tuve noción del tiempo, obvio estaba desmayado. Fue como un abrir y cerrar de ojos. Cuando los volví a abrir pude notar que un chico con muchas pecas en su rostro y cabello rojizo me estaba cargando con sus grandes brazos. Al instante supe que era Max.

—Te tengo. Ya nadie te hará daño. —Me recogió los mechones que tenía húmedos por el sudor y que se me metían al rostro.

—¿Max? —pregunté casi moribundo.

—Ya estamos en el edificio. Ya llamé a Jake, viene bajando. 

No estábamos en el edificio, estaba caminado. Supuse que lo decía para no provocarme miedo o algo.

—Malditos hijos de perra —dijo mientras caminaba—. Debemos salir de aquí lo más antes posible.

—Max, creo que ya puedes bajarme —le dije, me sentía débil, pero iba recuperando la lucidez.

—No. —Ni siquiera se preocupó en pensarlo.

Ah, bueno.

Caminaba tan rápido que llegamos al edificio en menos de dos minutos. Pude escuchar a Jake cerca de nosotros y parpadeé varias veces tratando de volver.

—¿¡Cómo está!? —Estaba alarmado—. ¡Lukas! Ten, toma agua de esta botella.

Max me bajó y me tomé el agua. Era como si la vida volviera a mi cuerpo. Luego de un rato comenzaron las preguntas por parte de Jake.

—¿Era la misma camioneta? ¿Dónde estaban? ¿Por qué tan tarde? —Cambió su mirada de mí a Max—. Sabes lo que está pasando, Max. ¿Eres idiota o te haces? Esto pudo ser grave. —Se frotó los ojos con los dedos—. Ni creas que Lukas volverá a...

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