Easy Love

16. Mr. Perfectly Fine

—Bueno escuché que quieres empezar en el gimnasio —le dijo Junseo a Rebecca.

—Eh... Yo, sí, sí.

—Si quieres yo puedo ayudarte, te enseñaré cosas básicas. —Sonrió.

Cuando Junseo sonreía lo hacía de una forma tierna, era algo que hacía siempre, de forma inconsciente.

—Sí, claro. —Ella también sonrió y se recogió el cabello detrás de la oreja.

—Bueno... Pasaré por aquí temprano. ¿A las cinco y media te parece?

—Sí, me parece. Te veo mañana.

—Adiós.

Rebecca cerró la puerta y no evité morirme de la risa.

—Idiota.

—Son tan tontos cuando están juntos. Se me hace un poco raro, digo tú eres muy seria con el amor y Junseo, bueno... Creo que es diferente cuando está cerca de ti. Siempre está haciendo bromas o tratando de hacer reír a los demás y, cuando está cerca de ti es más tranquilo y también creo que intenta impresionarte.

—¿En serio? —Sacudió su cabeza y soltó un grito en la almohada.

—Por cierto, ¿dónde están las chicas? —pregunté.

—Salieron un rato. Lisa tenía una campaña con una marca de maquillaje.

—Debería crear su propia línea de maquillaje, como Selena Gómez, Lady Gaga o Kylie Jenner. Como sea.

—Creo que me gusta Junseo.

—Lo sé. ¿Por qué no le dices?

—No lo sé, nunca me he enamorado antes.

—No tienes por qué enamorarte aún, te puede gustar y es normal. Para eso existen las citas y esas cosas, ya sabes. Se conocen poco a poco y te darás cuenta si vale la pena o no.

—Tienes razón. Espera, ¿tú acabas de decirme eso, la persona que no le dice a su crush de la preparatoria que aún está enamorado de él?

—Déjame en paz. Además, estoy molesto con él.

—¿Por qué? —preguntó confusa.

—Tuve una cita con Max. —Hice el gesto de comillas cuando dije cita—. Y él apareció con Chloe, se acercó a nuestra mesa y fue muy incómodo. Creo que fue a propósito.

—Celos —afirmó ella.

—Lo pensé. Pero, mi mente me dice que no soy suficiente como para que Jake esté celoso.

—Lukas, eres más que suficiente. Jake estaba celoso y tú no lo pierdes a él, él te pierde a ti.

—Mi cabeza se divide en dos siempre, la parte que afirma y da por hecho que él está loco por mí y la otra es todo lo contrario.

—Pienso que en el interior lo sabes, pero no lo quieres aceptar y tampoco hagas caso a esos pensamientos intrusivos que solo buscan hacerte sentir mal.

—Tienes razón y gracias. Pero si le gusto, ¿por qué no hace nada?

—¿Y tú?

—Yo tengo mis razones.

—Pueda que él también. ¿Cuáles son las tuyas?

—No quiero hablar de eso.

Chloe.

—Dios.

—Tiene que ver con alguien más —me limité a decir.

—Espera... ¿Chloe? —dijo con rostro de espanto.