Adrenalina ✔️

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Narración de la madre

   Lo conocí, el sentimiento más hermoso que nunca había sentido por mi actual novio y por los que tuve en mi adolescencia.

   No sé qué me pasa, pero tiene algo especial en su mirada. Se llama Federico. En la fiesta del sábado que hubo en mi pueblo hablamos mucho, aunque si mi novio nos miraba mal, nunca vino a interrumpirnos, así que no tuve que decirle que tenía pareja, porque sé que sino no hubiera podido continuar a verlo.

   La relación con mi novio es hace un tiempo que va de mal en peor y estoy planeando dejarlo. Mientras tanto, con Federico nos vemos cada rato libre que tenemos, y la pasión entre nosotros es tan poderosa que un día descubro estar embarazada de él. Las fechas coinciden.

   Le cuento a mi actual novio que lo engañé y que estoy esperando un hijo de otro. Él tiene dudas y hacemos una prueba de ADN. Pero como ya sospechaba, el hijo no es de él. Pero a Federico le cuento que el hijo no es suyo. Después de haberme contado que su familia está toda prófuga de la justicia, no confío en él y tengo miedo de que se convierta en un delincuente.

   Mi futuro hijo o hija no puede tener un padre delincuente. Ya sé que va a terminar así, la sangre tira y aunque él hace de todo para no serlo, lo será.

   Seré madre soltera, prefiero esto antes de tener al lado una persona que podría hacerme daño a mí y a mi hija. Aunque el amor que siento para él es muy grande, no me dejo engañar por mis sentimientos. Puedo hacerlo sola, dejé los estudios de medicina para trabajar y poder mantener a mi hija.

   Pasan cuatro años y Federico se muda a otro pueblo, y yo por fin puedo vivir sin el miedo de que venga por mí. A veces lo veía por la calle, pero nunca más me vino a hablar. Por lo que dicen en el pueblo, sus padres ya están en la cárcel y él se siente libre, pero yo no dejaré de pensar que él también esté metido en algo, porque seguramente sus padres o su hermano lo llevaron por mal camino y una persona que vive rodeado de delincuentes podría convertirse en uno de ellos.

   Mi hija María es tan hermosa que me da la fuerza para vivir sola con ella. Cuando es más grande y me empieza a preguntar sobre su padre y le digo que nos abandonó. Una mentira que es mejor decir, antes de decirle que su padre es un delincuente. Aunque en sí no lo es, algo me dice que lo será.

   Pasa el tiempo y decido contratar un detective privado para que lo siga. Estoy viendo la posibilidad de contarle toda la verdad, pero antes necesito saber que hace de su vida y si puedo confiar en él. Obviamente tiene derecho en conocer a su hija, pero es mejor prevenir que curar.

   En estos años perdí a mis amigas. He decidido cortar la relación con ellas porque no paraban de criticar a mi hija, por el simple hecho de que hace entender a los demás, que quiere continuar por su camino sin seguir a la corriente. Esto en las personas genera envidia. Prefiero mil veces perder todas mis amigas antes de no apoyar a mi hija con las decisiones que tome en su vida.
Al principio cuando me dijo que quería ser policía yo no quería, pero con el tiempo me fui acostumbrando a la idea y la apoyé en todo.

   Después de diez años de investigaciones todavía no encontré el coraje de ir a buscarlo para decirle la verdad. Él es policía y trabaja en una comisaría en otro pueblo. Está soltero y no tuvo hijos. Es mi momento para decirle la verdad. Hasta cuando el detective me contacta y me dice que Federico vuelve en el pueblo.

   Decido esperarlo para ver si él me viene a buscar y me pregunte sobre mi vida y sobre María, que ahora tiene veinticinco años y sueña con ser policía como su padre.

   Un día nos encontramos fuera de mi casa. Lo reconozco, aunque si pasaron muchos años, los sentimientos todavía están cuando miro esos ojos azules que me enamoraron. Después de hablar mucho, logro decirle la verdad, por fin sabe todo. Pero él en vez de alegrarse se enoja demasiado.

   El miedo que siento con su reacción se hace siempre más fuerte y tengo miedo de que cometa una locura.

   Sé que fui yo la que lo llevó a que se convierta así, pero lo hecho, hecho está y no puedo volver el tiempo atrás. Él enloquece, toma mucho alcohol y lo despiden del trabajo. Yo ahora tengo el miedo constante de que nos haga daño, el mismo miedo que sentí cuando me contó sobre su familia. Mi pesadilla se está convirtiendo en realidad y en este instante pienso que nunca hubiera tenido que contarle la verdad.

   Un día viene a mi casa demasiado enojado, me amenaza con un arma en la mano diciendo que tengo que escribir una carta a María diciéndole que su padre en realidad es un exnovio que tuve hace muchos años. No sé porque lo hace, no me explica el motivo por la cual no quiere que se entere que él es su padre, si en estos días me estuvo amenazando de que si no contaba nada a María le iba a hacer daño. Tiene las ideas confusas, yo al principio me niego a escribir, pero tengo que hacerlo.

   Cuando me dicta lo que tengo que escribir ya sé que este va a ser mi último día de vida. Es una carta de despedida y no puedo hacer más nada. En un momento en la cual se distrae trato de llamar a la policía, pero él me saca el teléfono de las manos y empezamos a pelear. Entre el forcejeo me caigo delante de las escaleras golpeando la cabeza, y luego no siento nada más.

Para todos aquellos que ocultan secretos importantes y antes de hablar cara a cara con la persona, toman el camino de la mentira y de ocultar cosas que para la otra persona pueden ser lo más importante en su vida...