Capítulo 8: Mejor solos que mal acompañados

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   No hay que confiar ni en nuestra propia sombra

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   No hay que confiar ni en nuestra propia sombra. Es mejor quedarse solos que mal acompañados. Es una realidad que va en contra de nuestra naturaleza, porque el ser humano está hecho para estar en sociedad junto a otros seres humanos. Ser sociable y conocer a gente para estar bien. Pero la mayoría de las veces, la persona que te clava el puñal por la espalda, es un conocido nuestro. Puede ser la persona en la cual más confiamos y que más queremos en este mundo, y de un día a otro puede convertirse en nuestro peor enemigo, o simplemente hacer de cuenta que nunca nos conoció, como si esa magia que había se esfumó sin un motivo específico.

   No sé qué me pasaba por la cabeza cuando le propuse a Marcos de quedarse en mi casa a dormir. Capaz fue un gesto de solidaridad. No podía dejarlo solo en la calle a las tres de la madrugada, con todos los delincuentes que hay por todos lados, aunque él es policía y tiene todas las herramientas suficientes para poder defenderse. Me entrenaron para desconfiar de todos, en este caso no lo puse en práctica. Pero ya aprendí y va a ser la última vez que confío en alguien.

   Cuando entro en la cocina, la primera cosa que resalta a mis ojos, son muchos pedazos de vidrios rotos. Están distribuidos en todo el piso, por ende el ruido que había escuchado antes de bajar, trataba de esto. Una botella de vidrio completamente rota en el piso, dónde alrededor se pueden distinguir algunas gotas de un liquido rojo intenso, que al parecer debe ser sangre, mezclada con otro líquido que parece agua. Mi cabeza tiene un conjunto de suposiciones e ideas que no paran de llegar. Puede ser que se haya querido matar, pero si lo hubiese hecho, él estaría aquí gritando de dolor. Pienso en la opción más obvia y que una persona común y corriente estaría pensando en mi lugar, o sea que quería tomar agua de esa botella, se le cayó y cuando quería agarrar los pedazos se cortó, y la sangre es por la herida que le dejó el vidrio roto.

   Estas mismas palabras creo que me las va a decir él justificándose, porque es la opción en la cual todos pensarían, y es la que menos dudas va a dejar. Pero también hay otra opción. La que mi mente de detective piensa. Algo que mi instinto me está diciendo y tengo que escuchar, y es que estaba buscando algo, pruebas o evidencias sobre mí y mi familia, porque en esta casa solo hay eso para investigar, y mientras lo hacía, se le cayó la botella. Es un poco raro, pero una mente que piensa en muchas opciones, siempre piensa en lo menos probable e insólita. Pero puede ser la verdadera versión de los hechos, ya que en estos casos no hay que pensar como una persona común y corriente, que cree sólo en lo que ve y que no sabe mirar más allá de las cosas. Hay que ir en contra de la opción más fácil y evidente, aunque parezca una estupidez, me hace pensar de esta manera por la conversación que tuvimos ayer con el comisario, me pareció demasiado insistente preguntándome siempre sobre mi padre. Y como si eso fuera poco, en el restaurante ayer, aunque si lo sabe disimular muy bien y sabe manipular a la mente de las personas, me continuaba preguntando y sacaba de mi boca palabras, hechos y cosas pasadas, sobre mi infancia y sobre mi familia.

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