Parte/61/ El mulas

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Hay personas que aunque no son tus parientes marcan tu vida este es el caso de algunas personas dignas de mencionar que jugaron un papel en mi niñez.

En el pueblo la mayoría de las personas se les conoce por apodos, no sé quién era el encargado de poner los apodos, yo recuerdo a varias personas que nunca supe su nombre, pero si sus apodos, o simplemente sus apellidos.

El dueño del billar era el mulas, ¿que por qué le decían así? que porque tenía la dentadura hacia afuera y siempre se le veía contento, risueño pero era porque no podía cerrar la boca, y se parecía a la boca de las mulas según la versión de mi mamá cuando le pregunte porque le decían así.

En el local estaba en los portales enfrente de la plaza tenía unas mesas de billar no recuerdo cuantas, tenía una sinfonola (rocola) donde los jóvenes le ponían una moneda de cincuenta centavos escuchaban las canciones de moda por lo regular eran canciones de rocanrol tenía unas mesas donde se sentaban los jóvenes a tomar unas malteadas que vendía, a escuchar sus canciones preferidas y platicar con sus novias.

También tenía unos futbolitos que le ponían una moneda de 20 centavos y podías jugar con las pelotitas que salían cuando le ponías la moneda, también alquilaba bicicletas, pequeñas para los niños y patines del diablo.

El domingo en la tarde la plaza se llenaba de niños jugando en las bicicletas y patines las alquilaba, por media hora, o por una hora, según el dinero que tuvieras, en una ocasión mis hermanas y yo juntamos el dinero y fuimos a alquilar un patín por media hora y nos fuimos a jugar a el camellón de enfrente de la iglesia.

Él tenía a un muchacho de empleado que era el encargado de alquilar y de recoger las bicicletas y los patines, si se pasaban de tiempo el mismo los buscaba en la plaza y les recogía el vehículo, el domingo que alquilamos el patín como nos fuimos al camellón pues no nos vio y nosotros sin que nadie nos reclamara el patín jugamos hasta muy tarde cuando menos pensamos ya era más de las diez de la noche.

La plaza ya estaba casi desierta y nos asustamos dijimos nos van a echar a la cárcel el mulas va a pensar que nos robamos el patín corriendo fuimos a entregarlo con tan mala suerte que ya había cerrado el local, mi mamá ya venía a buscarnos nos dio tremenda regañada.

Y se fijó en el patín y nos dijo

- Y ese patín que contiene

-Es que lo alquilamos pero ahorita que lo fuimos a entregar el mulas ya cerro y pues nos quedamos con él

 -A ver mañana con qué cara lo van a entregar y si les cobra más de la cuenta a ver con que pagan yo no les voy a dar ni un cinco.

Otro día cuando íbamos a la escuela pasamos por el local, ya estaba abierto y con toda la vergüenza del mundo le entregamos el patín al mulas y el riéndose le dijo al ayudante

- Mira ya apareció el patín que te robaron

 En cuanto se lo dimos corrimos con tanta velocidad que no paramos hasta llegar a la escuela jajaja

Él también era el encargado de llevar la alegría a las casas, él era el único que tenía un aparato de sonido que alquilaba para las fiestas a las personas de escasos recursos, Tenía una camioneta y allí cargaba el aparato de sonido, dos bocinas grandes que parecían cornetas.

Dos cajas de madera grandes con discos los tenía catalogados muy bien y tenía de todos los ritmos y gustos de las personas, había una vecina que le decíamos doña pachita la cabezona, porque era china, china y tenía el pelo largo como casi todas las mujeres de su edad, siempre lo traía trenzado, pero cuando se bañaba se lo dejaba suelto mientas se le secaba y pues se le veía una cabezota de tanto pelo chino, ella tenía una tiendita y muy seguido hacia baile, lo hacía en la calle regaba muy bien y ponía sillas en un círculo,  nosotros cuando veíamos que venía la camioneta gritábamos

- ¡¡¡¡allí viene el mulas¡¡¡¡¡¡¡

Empezábamos a brincar de gusto, llegaba y empezaba a acomodar su equipo de sonido, el baile empezaba a las seis de la tarde porque se terminaba a las diez de la noche porque el ayuntamiento nada más hasta esa hora daba permiso.

Si el baile duraba más tiempo se tenía que sacar un permiso especial, si no tenían ese permiso corría el riesgo de que se llevarán al dueño de la casa a la cárcel,  por faltas a la moral, porque decían que se molestaba a los vecinos.

Pero creo que eso nada más era un pretexto para sacar dinero porque a cuales vecinos molestaban si todos éramos invitados, empezaba el baile si era de cumpleaños empezaban a tocar las mañanitas de felicitación cuando terminaban la canción toda la gente aplaudíamos y empezaba la música para bailar.

Los niños nos dábamos gusto jugando entre los bailarines y tomando agua fresca, a los grandes les daban refresco, me imagino que bebidas alcohólicas los cócteles les llamaban changos, llegaban los anfitriones y les decían ¿te sirvo un chango? O sírvete un chango.

El mulas se daba gusto bailando con todas las jóvenes no podían desairarlo porque era el de la música, de las canciones que más recuerdo de esa época era el merecumbe, canciones de Bienvenido Granda: oye me mamá que sabroso está ese nuevo ritmo que se llama cha cha cha' música de las grandes bandas y muchas más.

El mulas también era el anunciante de todos los eventos que iban a pasar en el pueblo en su camioneta con su equipo de sonido y sus grandes bocinas  recorría el pueblo anunciando las corridas de toros, los bailes locales, también era el que anunciaba el cine y daba a conocer las películas que se iban a exhibir, ( todo un personaje)

Pasajes de mi infanciaWhere stories live. Discover now