CAPÍTULO 28

32 5 0
                                    

Call It What You Want — Taylor Swift.
Afterglow — Taylor Swift.

Estaba exactamente donde debía. Mientras él creía que me había rastreado y encontrado, fui yo quien preparó la escena. La muerte de mi madre y mi desaparición funcionaron a la perfección. Creedme que sé cuán loco se volvió mi padre al recibir ambas noticias. Pero eso buscábamos: desesperación. Para que cometiese errores.

No fue sencillo. Destrozaron y prepararon mi casa para que pareciese real y me quedé aún más reclusa en la residencia casi siete meses. Siete. Malditos. Meses. Todo para que él no pudiese encontrarme hasta llegado el momento.

Parecía absurda la idea de fingir mi desaparición, pero no lo era. Para el FBI funcionaba en torno a intervenir negocios. Así se pudo saber hasta dónde tenía gente aquí en Estados Unidos y Sebastián los mataba poco a poco por mí de forma misteriosa; esa parte del plan tan sólo mía y de él, esa que oficiamos en nuestra reunión completamente privada. Los peones más pequeños irían cayendo haciéndole creer a Saúl que eran traidores y aprovechados, además de los supuestos involucrados en la muerte de mi madre. Yo le pagaría por tres cada muerte que lograse con éxito.

Como ya dije en su día: era mi plan. Y todo funcionaba como yo quería, pasase lo que pasase. Cambiase lo que cambiase. Y yo sería esa manzana podrida del cesto que terminaría con las demás.

Llené mis días sobre todo con entrenamientos. Y quizá alguna que otra fiesta que terminaba en borrachera para, como siempre, ignorar un poco mejor mis problemas. O mejor dicho: a él.

Alexandra accedió a ser mi monigote de pruebas para entrenar y vino a verme cuando podía. Había técnicas, ataques, que quise practicar —reforzar aún más—, para que nada se me olvidase o fallase.

Thompson me visitó, pero más bien para asegurarse de que no me hubiese suicidado a causa del aburrimiento. Y yo sabía que él sabía que algo en mí cambió cuando la operación inicio. No era la misma.

Ahora se suponía que había fallecido. Técnicamente hablando, yo no existía. Mi muerte se oficializó ante los ojos de la ley el día que salí, hacía exactamente tres. La nueva identidad, por seguridad, me sería asignada al finalizar la misión.

Respecto a Samuel... el único momento en el que supe algo de él fue cuando Thompson en una de nuestras charlas, tres meses atrás, hizo un comentario y supe que estaba vivo. Evité preguntar todo este tiempo, saber algo directo. Me limité a conocer si la misión y el intercambio de información iba bien y ya; asegurar mi papel y el suyo. Pero sí sabía que estaba vivo, dado que Sebastián habría informado si algo hubiese ocurrido.

Casi siete meses hasta esa mañana en la que Thompson bajó a la residencia para decirme que era el momento de irme, que no podíamos retrasarlo más. Era hora de que mi padre me encontrase y mi papel iniciase.

Pisamos Agosto. Fuimos a mi casa y preparé todo minuciosamente para que encontrase la pista hasta llegar a mí y encontrarme. Sabíamos que sus hombres seguían en Denver intentando rastrear algo sobre mi paradero (gracioso, dado que nosotros hacíamos lo mismo con ellos), porque hacía unos días les dimos esperanza; hacerles saber que no había muerto, que seguía viva, y saltaron las alarmas de mi padre.

Así, me dirigí hacia el punto al que les llevaría mi pista y esperé el famoso rapto.

Cuando sucedió, me asustó recordarlo tan... normal. Fue algo distinto, eso sí, aunque lo básico no cambió, supongo: cloroformo, meterme en una furgoneta, atarme y llevarme hasta él. Lo que me pareció increíble fue la dosis que usaron conmigo —siendo algo nuevo—, porque no desperté hasta verme en una silla, encadenada y en el garaje de la hacienda.

TODO, POR EL PLANWhere stories live. Discover now