CAPÍTULO 24

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Habían pasado casi veinticuatro horas, pero seguía sintiéndome como si hubiese regresado a la cárcel. Tras dos días en Nueva York sin parar, en absoluto haciendo turismo, estaba de vuelta a mi jaula. Me fastidió más de lo que pude reconocer, porque tras haber probado la libertad tan sólo podía pensar en lo asqueroso que era estar aquí en esta supuesta residencia de lujo.

La parte buena fue poder estar con Samuel. Salimos más bien poco de hotel el tiempo restante, aunque a ninguno le disgustó dado que no lo perdimos. No sólo por lo evidente, sino por el tiempo juntos sin tener que preocuparnos por el trabajo o si éramos pillados.

Nada más regresamos, Alexander y yo nos reunimos y hablamos sobre lo ocurrido; cómo procederíamos. Cuando todo estuviese claro y en mano, hablaría yo a solas con Sebastián y el plan iniciaría. Aún quedaba supuestamente por decidir quién sería la persona en infiltrarse en el cártel de mi padre, pero era algo que aún no habíamos hablado. Le rechacé todas las propuestas, ya contemplando la idea de suprimir esa parte y cambiar un poco el plan. Thompson tampoco insistió, por lo que creí que entendió mi idea.

Hoy íbamos a reunirnos todos en un par de horas, para terminar de repasar lo que ocurriría en menos de un mes. Sabía que una parte de Alexa estaba nerviosa, pero la otra emocionada porque era una de las misiones más complicadas en todo su currículum. Eso la ayudaría a ascender. Ella había sido y sería una parte importante a pesar de que su papel directo fuera limitado porque, a pesar de que sólo haría de doctora, ella mantendría todo después. Obviamente siguiendo mis directrices.

Tenía ganas de iniciar la operación. Aunque, sobre todas las cosas, deseaba poder salir al fin de aquí y ver el sol de nuevo.

Pasé el tiempo restante dando vueltas por la casa, de un lado a otro haciendo cualquier cosa, intentando calmar mi mente, pero no logré nada realmente salvo... Nada. El ruido del elevador me sacó de mi batalla mental y me entró un calor en el pecho; la emoción, las ganas de este momento llegando al fin.

Fui hacia el salón y me senté en la mesa, cruzando las piernas y esperando a que entrasen. Cuando llegaron, observé a cada uno. Alexandra venia con su habitual expresión de trabajo: seria, pero notaba un resquicio de emoción parecida a la mía; Thompson serio como de costumbre, queriendo que todo terminase pronto; Samuel, más serio de lo habitual. Y me desconcertó, porque llevaba algo en su mirada que me provocaba pensar que algo ocurría o iba mal. Y apenas me sonrió. Lo dejé correr.

Tomaron asiento y yo me erguí en el mío.

—¿Y bien?

—Todo cerrado y aclarado con Sebastián —habló Alexander—. Vuestra charla será cuando él de el aviso para levantar las menores sospechas. Ya bastante nos la hemos jugado.

—Bien —dije—. Lo suyo sería iniciar cuanto antes, pero como habrá notado hay un pequeño cambio. Y confío en que confíe en mí, como me dijo.

Thompson me miró confuso.

—¿En qué?

Entonces le miré yo del mismo modo.

—En que nadie se infiltrará en el cártel, que voy a ir a ciegas, siendo el único topo, mientras le informo de todo —expliqué—. Por eso iniciamos ya la operación.

—No, no, Felipa. Claro que hay infiltrado.

—¿Perdón?

—Delgado es quien se infiltra al final. Es la mejor opción y así seguimos el plan inicial.

Me levanté hecha un furia, incluso si por fuera logré que no lo pareciese... tanto, y mis manos se apoyaron sobre la mesa. Mi mandíbula se tensó.

—¿Cómo que Delgado? Te pedí expresamente que él no. Yo puedo con esta misión sola.

TODO, POR EL PLANOnde as histórias ganham vida. Descobre agora