Hace veinte años dos familias juraron lealtad con un trato que ni el mismo diablo podría disolver, ahora que el patriarca de la familia Ferreti ha muerto ha llegado el momento de hacerlo cumplir.
Santo Cappelleti no tendrá más opción como líder de...
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Gemma
Algunas personas tienen la teoría de que cuando mueres toda vida pasa frente a tus ojos en tan solo segundos. Pero ahora parecía que aquello no estaba funcionando para mí, porque lo único que podía ver en esos momentos era el rostro de angustia y los ojos cristalinos de Santo
Y tan solo, solo tan solo por esa fracción de segundos pedí seguir con vida.
—Te pondrás bien Gemma, ya lo verás —susurra Santo mientras me carga hasta la entrada del hospital.
—Perdóname por no decirte la verdad —respondo.
—Perdóname a mí, actué como un cobarde —confiesa—. Pero todo saldrá bien, volveremos a casa juntos y si deseas quedarte en la casa de tu abuelo, no me opondré, lo juro.
—Cuida de Santino, no he sido una buena madre para él.
—¿De qué hablas? —Me mira con ternura—. No tiene mejor madre en el mundo que tú —enlaza sus manos a las mías.
—Tengo miedo Santo, no quiero morirme —aprieto mis parpados con fuerza dejando escapar un par de lágrimas.
—No tengas miedo, mientras permanezcamos juntos, no habrá nada de que temer.
Le dedico una sonrisa en medio de todo ese caos y luego de aquello soy ingresada a la sala de urgencias.
**
Me despierto adormilada por el efecto de las medicinas. Lo primero que observo en a Santo dialogando con el médico, luego de aquello se acerca a mí para verificar mi estado, realiza un par de preguntas de rutina y luego se retira dejándonos solos.
—¿Por qué no me lo dijiste Gemma? —pregunta él.
—Porque no quería sentirme como una carga para ti, de nuevo. Pensé en hablarlo contigo y luego, discutimos. Todo se volvió un caos Santo, dudaste de mi con esas cartas y me dolió que no me creyeras.
—Lamento lo que hice, mucho. Pero no debiste olvidar algo muy importante, soy tu esposo Gemma, sobre todas las cosas, estamos casados, tenemos un hijo, un bebé y ambos necesitaban de mí.
—No hay nada que se pueda hacer ya, el medico fue claro conmigo en la última consulta, hay una probabilidad muy baja de que pueda mejorar, puedo quedar ciega de manera permanente, el golpe que recibí aquella vez altero una parte de mi cabeza, el cerebro se ha inflamado y es muy difícil que puedan extraer el cálculo de sangre que se ha creado. Ya no seré la misma de antes santo, no lo seré.
—Hay una pequeña posibilidad, pequeña pero al fin de todos una posibilidad, y nos aferraremos a eso. Puedo contratar a los mejores neurocirujanos, los traeré para ti, asumiré todo lo que tenga que ver con los tratamientos para que estés bien, renunciaré a seguir a Raffaelle, dejaré de lado mi obsesión por él si con eso basta para cuidar de ti.
