Capitulo 25

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Gemma

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Gemma

Furioso se encamina hasta la entrada de la casa, sigo a Santo con la intención de detenerlo, parece una bestia descarriada con lo que acaba de leer en el teléfono.

—Santo, Santo —intento tomarlo del brazo

—Voy a matarlo —dice llevado por el diablo.

—Escúchame, puede que esto es lo que quiera Marcello, es solo un simple mensaje no sabe dónde estamos. No te dejes provocar por él.

—Marcello no me conoce enojado, no sabe de lo que soy capaz, una bestia sale de mi cuando se meten con lo que quiero, no he dejado pasar su errores en el pasado, ¿por qué hacerlo ahora?

—estas furioso, piensa las cosas por favor.

Él no me responde nada y pese a mis suplicas sigue el camino hasta donde su auto se encuentra estacionado y lo enciende para marcharse de la casa a toda prisa seguido de dos camionetas. Resignada me regreso al interior de la casa, sola. De nuevo.

—Señora Gemma ¿desea que la siga ayudándola con los árboles?—pegunta Roberto.

Niego.

—Gracias —le regalo una sonrisa—. Creo que me meteré a la casa hoy temprano.

—Pero hace un bonito día.

—Ya no lo es Roberto.

Me alejo de él con las manzanas que he recolectado de los árboles, las dejo en la canasta que hay en la cocina. Quiero entender a santo, pero es muy explosivo y tengo miedo de que aquello le traiga problemas. Sé que enojado es un hombre diferente, no pretendo cambiarlo, pero tampoco deseo que se busque un problema mayor. Creo que tendré que hacerme la idea que ni siquiera yo misma lo puedo detener cuando la furia viaja por sus venas y el demonio sale de él.

**

Me he quedado en las sala de la casa esperando a que regrese, nada de eso ha sucedido, y Roberto tampoco ha dicho nada.

—Debería irse a descansar señora —pide por quinta vez Roberto.

—Me iré a la cama cuando regrese mi esposo.

—El señor puede que se tarde.

—Voy a esperarlo igual, quiero verificar que no le ha pasado nada. Ya ves que ni me ha escuchado y... —el dolor en la cabeza regresa al igual que el mareo, siento que voy a desmayarme—. Creo que tomare esa opción de descansar, no me siento bien.

Me encamino por las escaleras para ir rumbo a la habitación, en mi camino la vista se me nubla, no veo los escalones y todo sucede tan rápido, solo tropiezo y caigo de golpe al primer piso. Roberto corre enseguida para auxiliarme.

—¡Señora Gemma! ¿Está bien?

—Me duele la pierna y creo que me he golpeado la cabeza—me quejo del dolor.

La Tentación de lo ProhibidoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt