Capitulo 28

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Gemma

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Gemma

Esa misma noche decidimos regresarnos a Roma. Portofino no era ya seguro para nosotros después de lo sucedido, pero la casa en oculta en Roma si lo era por el momento. Santo había permanecido los últimos días encerrado en su oficina resolviendo algunos asuntos junto a Roberto. Y aquellos días también se habían convertido para mí en un escape de la tensión y el miedo que había experimentado en el viaje.

Ahora con los nuevos análisis que habían realizado en el hospital el medico había mencionado que mi visión había regresado en un setenta por ciento y que solo era cuestión de tiempo para que mi vista regresara la normalidad, lo cual había sido un momento de paz para ambos ahora que las cosas parecían no tener mejoría, podía ver nuevamente y ese era un gran alivio y un peso quitado sobre mis hombros, ya no quería sentirme como una carga para Santo por estar cuidándome.

—Señora Gemma el señor la necesita —Roberto me interrumpe en la cocina justo cuando he terminado de preparar la comida.

—Creí que había pedido esta semana estar solo sin interrupciones, apenas nos vemos.

—Bueno creo que es algo importante lo que está por decirle.

¿De qué se trata?

—Está bien, iré enseguida —dejo a un lado los platos—. Regreso enseguida para partir el pastel de manzana —le sonrío a Roberto.

—No se preocupe yo me ocupo de lo que falte en la cocina —responde.

Le regreso una sonrisa a Roberto, ha sido una ayuda incondicional en la casa y no sé qué haríamos sin él, es una persona importante para santo y para mí, más que un hombre de confianza un buen amigo, leal y honesto.

Camino hasta la pequeña habitación que Santo ha escogido como oficina y en la cual ha estado desde que regresamos de Portofino, no hablamos mucho de lo que sucedió en el viaje y creo que es porque en parte deseaba olvidarlo, sin embargo debo mencionarle algo importante que recién descubrí y que tiene relación con los dos.

—Santo...—susurro antes de atravesar la habitación.

—Sigue cariño —le escucho decir.

—Roberto me ha icho que necesitabas decirme algo, ¿de qué se trata?

Santo se levanta de la silla en donde se encuentra se encamina hasta mí y luego me toma de las manos.

—Primero que todo ¿me das un beso? —pregunta.

Le sonrío y le devuelvo un beso en los labios.

—Me preocupas.

—Creo que las cosas mejoraran ahora para ambos —rebusca algo entre su bolsillo, y cuando lo tiene en sus manos reconozco aquel objeto. Se trata de mi brazalete, el mismo que tire a un lado el día en que acepte casarme con Marcello—. ¿Lo reconoces?

La Tentación de lo ProhibidoWhere stories live. Discover now