Capitulo 18

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Gemma

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Gemma

Santo camina con determinación hasta llegar a Marcello, sus ojos grises se posan primero en mí que niego ligeramente con mi cabeza para que pueda contenerse de desatar su ira delante de todos pero es demasiado tarde.Lo obliga a soltarme tomándolo del cuello de su camisa para después arrojarle un golpe directo al rostro.

—¡Santo! —protesta su abuelo cuando lo ve arrojar golpe tras golpe a Marcello.

Esto no detiene a Marcello quien le regresa el golpe en su cuerpo, ahora los dos son una masa de músculo peleándose entre sí a la vista de todos. Santo arroja a un lado a Marcello, se limpia la sangre del rostro y luego saca su arma para arrojar un disparo al aire.

—¡Fuera todos de la casa de los Cappelleti! —exclama furioso.

Las personas huyen despavoridas de la mansión, tropiezan una con otras en su huida. Santo y Marcello vuelven a unirse para pelear sin detenerse, sin nadie que se atreva a separarlos.

—Deténgase los dos en este instante, basta —se queja el señor Raffaelle llevándose la mano al pecho.

Nadie se ha percatado de que está sufriendo un ataque al corazón, así que rápidamente corro en su dirección para auxiliarlo.

—Señor Rafaelle —lo ayudo mientras cae de rodillas a un lado de la sala—. Cálmese por favor.

—Detenlos Gemma, detenlos —susurra en un hilo de voz.

Mis ojos se fijan en los dos hermanos, se están golpeando el uno con el otro como dos bestias sin control.

—Esa bien, los detendré usted quédese tranquilo —me aseguro de que el señor Rafaelle se quede en compañía de Roberto quien se ha encargado de llevarlo a un auto para ir directo al hospital más cercano.

Me acerco a ambos hermanos, Marcello ha sacado un revolver de la nada mientras le apunta a su hermano con determinación y odio en sus ojos.

—¡Dispara si te atreves maldito cobarde! —lo incita Santo.

—Basta ambos, el señor Raffaelle se ha puesto muy mal con todo lo que ha sucedido esta noche —les pido entre lágrimas, la cabeza se me va a reventar de todo lo que ha pasado.

—¿Qué has dicho? —pregunta sorprendido Santo ante lo que he dicho.

—Creo que le ha dado un ataque al corazón —respondo.

—¡Es tu culpa maldito animal —gruñe Marcello sin dejar de apuntarle—. Debería matarte de una maldita vez para que dejes de estorbar en nuestras vidas.

—Marcello por dio deja el arma a un lado —le pido.

—Gemma tú me crees una buena persona ¿verdad? —pregunta con sus ojos cristalinos.

—Claro que si, por favor deja el arma. Las cosas ya han ido demasiado lejos.

—Está bien lo haré, solo porque tú me los has pedido —responde arrojando el arma a un lado—. Ahora te pediré que vengas conmigo —me extiende su mano y dudo en tomarla.

La Tentación de lo ProhibidoKde žijí příběhy. Začni objevovat