Hace veinte años dos familias juraron lealtad con un trato que ni el mismo diablo podría disolver, ahora que el patriarca de la familia Ferreti ha muerto ha llegado el momento de hacerlo cumplir.
Santo Cappelleti no tendrá más opción como líder de...
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Gemma
—Permítame llevarla a casa —susurra extendiendo su mano hacia mí.
—¿Cree en realidad que tenga una casa? ya no me queda ni siquiera eso.
Obedezco a Santo porque no me queda de otra que obedecerle, opto por seguir a Roberto hasta donde el auto está estacionado Marcello se ha quedado ahí parado a un lado de la carretera.
—Gemma, ¿estás bien? —pregunta y se me acerca.
Santo le impide llegar hasta donde me encuentro, ni siquiera deja que me toque.
—Vete por tu cuenta —gruñe entre dientes.
—A mí no me das ordenes —le responde furioso su hermano menor.
Santo entonces adopta otra postura, sus ojos grises claros cambian, sus facciones igual, sé que está enojado y furioso desde el golpe que le ha dado Marcello, inclusive me ha llamado la atención su reacción pacifica ante aquello.
—Cuida tus palabras conmigo. Te recuerdo con quien hablas.
—¿Quién eres tú para creerte más que yo?
Su hermano mayor lo toma de las solapas de su camisa y ligeramente lo levanta en el aire.
—El dueño de todo lo que te rodea, en la casa de los Cappelleti no tienes permitido respirar el mismo aire sin antes yo permitirlo, si tomas algo debes consultarlo primero conmigo, cualquier cosa que suceda en la familia es de mi incumbencia. Si cometes el más mínimo error, te largas —dice con voz autoritaria—. Ahora, ¡fuera de mi vista! —lo deja en el suelo y furioso se devuelve a mi lado para pedirme que suba al auto.
Los dos subimos al auto, el silencio reina por apenas unos segundos.
—Piense las cosas antes de tomar una decisión tan arriesgada como el casarse con Marcello.
—Ya no sé qué hacer con mi vida. Ambos se odian terriblemente. Ya he escuchado la versión de Marcello y el por qué ambos no se llevan bien, ahora quisiera escuchar la suya.
Él se pasa las manos por el puente de la nariz.
—¿Realmente es importante hablar de eso?
—Lo es para mí, así confirmaré si su hermano en efecto es un mentiroso.
—Bien, pero algo muy dentro de mí me dice que diga lo que diga, creerás en su versión.
—Tengo que escucharte primero hablar.
—Marcello comenzó a actuar de una manera descontrolada desde el divorcio de nuestros padres, no había poder humano que lo detuviera en sus errores, alguien tenía que tomar las riendas de la familia, el abuelo estaba muy viejo y agotado de luchar con él, me deshice de los sentimientos de hermandad para corregirlo, nada funciono. Lo más valioso que se puede tener de una persona es el confiar en ella, Marcello rompió la confianza que había puesto en sus manos, no solo robo a la familia, me traiciono, oculto su error y me mintió viéndome a los ojos cuando le pregunte las razones que lo llevaron a robar el dinero de la caja fuerte. Le dije que no perdonaría su error, debía aprender a sobrevivir con la idea de ser condenado por sus acciones, no recuerdo la última vez que lo vi con ojos de compasión.
