XXV

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que cien volando

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...que cien volando.

Durante la semana estuvieron llegando tus cosas: pequeñas cajas con ropa, artículos personales y un montón de objetos que apenas recordabas tener. Luis tuvo que hacer espacio en la sala, justo al lado de la ventana que da a la ciudad, para poner ahí todo, mientras consigues un lugar dónde quedarte. Él te dijo que podrías quedarte en su departamento, siempre que así lo quisieras, y que fingieran ser roomies mientras en su interior va haciéndose a la idea que la relación entre ambos ha terminado.

«Terminamos hace, ¿qué? ¿Tres meses? Probablemente me hechizaste, porque aún no te puedo superar, princesa», fueron sus palabras. El discurso te hizo reír: llevaban bastante tiempo saliendo, con planes a futuro lo más parecidos a un casamiento, e incluso para ti sigue siendo difícil adaptarte.

A veces cuando él sale de bañarse, te cuesta apartar la mirada o salir de la habitación para permitirle cambiarse, porque su cercanía y esa confianza siguen igual de arraigadas en ti. Su cercanía no te provoca ese cosquilleo con el que estuviste viviendo a su lado, solo a veces se te olvida que probablemente verlo salir en toalla sería algo más normal si siguieran siendo novios.

Luis tampoco parece incómodo con que lo veas casi desnudo, pero por el bien de ambos han seguido poniendo barreras y reglas no verbales. 

La rutina sigue siendo más o menos igual que cuando salían y pasabas la noche junto a él: Luis sale a su trabajo, cuando vuelve comen algo y trabaja un rato en cosas de su titulación. Se prepara para los exámenes venideros, sigue con su investigación, y a más tardar las dos o tres de la madrugada van a dormir. Siguen durmiendo juntos, a veces espalda contra espalda, a veces cuando Luis siente que estás por derrumbarte te permite dormir contra su pecho.

El cuerpo de Luis es significativamente más pequeño que el de Leon y aunque no intentas usar su compañía como una especie de sustituto por el heredero Kennedy, en ocasiones te es imposible esfumar ese sentimiento. Mientras, Luis no duda en dejarte saber que para él está bien ser tu apoyo emocional, por el momento.

No ha habido ni un solo mensaje, ni una llamada, ni un correo o una paloma mensajera por parte de Leon y Ashley tampoco ha querido hablar sobre ese tema, por lo que es con Luis con quien te terminas desahogando.

¿Cómo es que su partida te hace sentir así? Le preguntas a Luis, quien suele fruncir el sueño y darte unas caricias en la espalda. No le gusta sentir su pijama humedeciéndose por tus lágrimas, ni poder encontrar una respuesta clara, pero hace lo que puede, con lo que tiene. Luis no conoce en persona a la tal Ada, ninguno de los dos tiene un contexto más allá de que ella y Leon terminaron así que su respuesta más frecuente es hacerte saber que quizá tu dolor viene por pensar que Leon prefirió sus sentimientos por su ex novia, antes que atender el creciente gusto que comenzó a sentir por ti.

Que te sientes confundida, cuando recuerdas sus abrazos, su nostálgica cercanía y el anhelo de lo que pudieron ser y nunca fueron.

Él siempre se termina deteniendo a sí mismo, para decir que no deberías prestarle atención a sus palabras, pero siempre terminan haciéndote todo el sentido del mundo.

Así que durante su jornada laboral, tú te preparas para el ciclo escolar que se avecina y te pones al día con varias amistades que dejaste a un lado. Has evitado hablar con tu madre, quien (no te sorprende) ha conseguido la dirección de Luis para darte visitas inesperadas: al principio dudaste si dejarla entrar, si debías darle la oportunidad de explicarse (aunque cualquier explicación te sonaría tonta, sinsentido y cruel). Por tu paz mental la despediste lo más cordial que pudiste y le prometiste mentalizarte para cuando fuera tiempo de arreglar esos asuntos.

Ahora marcas los días en el pequeño calendario que Ashley te regaló, para no seguir perdiéndote en el tiempo-espacio, y además se ha disculpado en nombre de su familia. Algo innecesario, a tu ver, pero que agradeciste: a veces se juntan para preparar postres o solo para que escuches las alocadas historias que ha vivido.

Como Jill encontrándose con una serpiente, que luego por algún motivo le regaló a Rebecca. O Claire comprándose una nueva moto; Chris haciendo montañismo y peleándose con las piedras que se llegó a topar en el camino.

Nunca hay una historia de Leon.

Ella y Luis incluso se han conocido y los dos parecieron encajar muy bien: ambos son sumamente hiperactivos, porque por fin Luis ha recuperado parte de su energía y magia, ahora que las cosas entre los dos están mejorando. Muchas veces tienes que alejarte de la habitación para calmar tu risa, mientras ellos siguen haciendo bromas demasiado tontas. Comparten las mismas vibras y verlos convivir te resulta nostálgico y tranquilizador.

Las pocas veces que viste convivir a Leon con su hermana, disfrutaste de esa diminuta ventana del Leon travieso al que le gustaba molestarla.

«No lo he visto. Ni papá ni mamá saben algo sobre él; se despidió con una carta y probablemente ha cambiado de número porque los mensajes nunca llegan y las llamadas jamás entran», te confesó un día, luego de que ambas tomaron un poco y la música fue interrumpida por un par de vecinos que pidieron amablemente que bajaran el volumen.

Las dos estaban acostadas en los sillones (Luis decidió ampliar su catálogo de muebles y poco a poco el departamento empezaba a sentirse pequeño) con las mejillas enrojecidas por el alcohol y las frentes sudorosas debido a la sesión de baile improvisada. Ashley tenía algunas lágrimas acumulándose en sus ojos y tuvo que levantarse por papel para limpiarse el rostro. Probablemente ella estaba sufriendo más, la pérdida de Leon, que tú.

Al final las dos lloraron, abrazadas.

Betrothed Hearts [RE4R | Leon S. Kennedy/Lector | AU]Onde histórias criam vida. Descubra agora