IV

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Al mal tiempo

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Al mal tiempo...

El reloj en tu celular marca las cuatro de la madrugada cuando vuelves a despertar: durante toda la noche, desde que volviste a tu habitación, estuviste levantándote al menos cada hora. Pegabas el ojo durante quince minutos (a veces media hora, si tenías suerte) y luego permanecías el doble de tiempo despierta. Al final, haciendo cálculos, lograste dormir poco más de dos horas.

Permaneces un rato aún acostada, disfrutando de la calidez de las mantas, y sintiendo los ojos doloridos y la cabeza palpitándote. 

La causa de tu insomnio es Luis. 

El día anterior, luego de tu extraña cena junto a Ashley y Leon, él y tú quedaron de verse en el parque de Raccoon: tu coche, un pequeño Volkswagen rojo que compraste con tu primer sueldo como maestra, permanece en casa de tus padres. Tu mamá, que estaba acostumbrándose a mandarte en tonterías sinsentido, impidió que lo llevaras a la mansión Kennedy.

«¿Esa pequeña chatarra? Leon tendrá un montón de coches a su disposición. Toma uno y ya o pídele a algún chófer que te lleve a donde necesites ir».

Habían sido sus palabras que se incrustaron dolorosamente en tu pecho. Tú igual estabas acostumbrándote a tragarte el enfado para reprimir el llanto. 

Sea como fuese, el Volkswagen no era una opción de transporte y la estación más próxima de autobús estaba a más de dos horas caminando, según el mapa que revisaste durante la madrugada. Pensar en pedirle a Leon un automóvil te puso de nervios, privándote casi por completo del sueño.

¿Con qué excusa lo pedirías? ¿Hacer la lista de compras, como una buena esposa trofeo que se dedica a despilfarrar el dinero de su marido?

[...]

Para las cinco am estás en el patio techado de la mansión. Llevas contigo un libro (un drama policial de algún escritor inglés, un regalo de tu padre) aunque ni siquiera lo has comezado, tan solo permanece entre tus manos, adornándolas. Vistes una chamarra de cuero junto a unas mallas térmicas y unas botas de plataforma que te ayudan contra el frío invernal que se cierne contra tu cuerpo.  

Delante tuya hay un enorme ventanal que divide el "interior" del "exterior": un enorme patio con árboles que comienzan a quedarse sin hojas, y una piscina vacía que varios empleados están limpiando y más allá de la enorme barda que rodea el perímetro de la mansión se ven varías montañas y colinas. Detrás de ellas está Raccoon City, a donde te dirigirás en un par de minutos, cuando logres reunir valor para pedirle a Leon un vehículo.

—¿No tienes frío?

Una voz masculina, seria e imponente, te habla por la espalda. Te giras, un poco sorprendida. ¿Lo invoqué? ¿Puede leer mis pensamientos? Es lo que piensas al ver a Leon parado en el marco de la puerta. Él lleva una gabardina oscura y una bufanda que le cubre el cuello y parte de las orejas. Aún así, hay un ligero rubor cubriéndole la nariz: claramente él sí tiene frío.

Betrothed Hearts [RE4R | Leon S. Kennedy/Lector | AU]Where stories live. Discover now