III

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En la oscuridad de la noche

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En la oscuridad de la noche...

Querías tomarte el tiempo para disfrutar tu baño pero saber que tanto Ashley como Leon parecían estarte esperando para comer hizo que te apresuraras. La ducha caliente te hizo sentir mejor, sin duda alguna: los músculos de tu espalda, tensos por la posición tan extraña en la que estuviste durmiendo, se relajaron y el agua a una buena temperatura hizo desaparecer el frío con el que estuviste lidiando mientras te desvestías.

Mientras te cambiaste encendiste el aire acondicionado, para proporcionarte un poco de calor, en lo que llegabas a la parte de abrigarte con una buena chamarra.

La inmensidad de la mansión la hace sumamente fría. Lo que justifica a la perfección el por qué la mayoría de habitaciones (al menos la suya y los espacios comunes) cuentan con aires acondicionados.

Cuando bajas las escaleras alcanzas a escuchar algunas risas y la estruendosa voz de Ashley contándole algo a su hermano: algo acerca de una amiga nueva que hizo, alguien llamada Rebecca.

—Oh, ¡buenas noches, señorita! —te saluda la rubia. Está sirviéndose un vaso de refresco de cola y con un movimiento te pregunta si deseas que te sirva, asientes. A pesar de haberte lavado los dientes aún sientes la boca pastosa: agua sería lo ideal, pero no podrías rechazar un vaso de refresco. Frío, pese al ya clima gélido que se cierne en las montañas.
Leon está sentado en el sillón, hay un hueco bastante amplio entre ambos hermanos, y sostiene una rebanada de pizza con una mano, con la otra un vaso de cristal lleno de algún líquido transparente.

Agua no es.

—Buenas noches —sin desear interferir entre los hermanos decides que es mejor sentarte en uno de los sillones individuales. El que está del lado de Ashley te parece el más apropiado, teniendo en cuenta que es con quién has convivido más.

Sientes la mirada pesada de León, que sigue cada paso que das, hasta que tomas asiento: aún te observa, lo notas por el rabillo del ojo, aunque parece intentar disimularlo.
Ashley te pasa el vaso que te sirvió junto con un plato de plástico para que puedas servirte la rebanada que desees.
Hay dos cajas en la mesita que tienen en frente: abres la que tienes más cerca y casi sin pensarlo comienzas a comer.

Igual que en la mañana el aroma te abre el apetito de inmediato; el pepperoni junto con el queso bien derretido son olores absolutamente irresistibles.

—Mañana iré de campamento con algunos compañeros de la Universidad. ¿Quieres venir? —Ashley no está comiendo y asumes que es porque ella comió mientras tomabas tu ducha.

—Gracias, creo que me quedaré para leer un rato —respondes.

En cierto modo sí quieres leer pero también deseas poder encontrarte con Luis. Ese único plan te da un poco de ánimos, aunque te preguntas si Leon tendrá algún problema si el día de mañana sales; no lo conoces bien, ¿se enfadará? ¿Tiene alguna regla para ti, como en las historias románticas donde el comprador es un lunático celoso?

Ashley hace un puchero.

—Te traeré algún recuerdo entonces. Ojalá la próxima puedas acompañarnos. El anciano de Leon jamás va —la rubia se inclina hacia ti. También te inclinas, porque parece que va a confiarte un muy buen secreto—. A veces creo que me odia en secreto...

Murmura. Pero de nueva cuenta sabes que está bromeando por el tono de voz que ha empleado.

—No digas tonterías, Ashley —Leon responde. Escuchas que suelta una risita y le da un trago a su bebida: sus mejillas están ligeramente sonrojadas—. Tus amigos son muy ruidosos, no los soporto. Tú a veces me caes bien, sin duda.

¿Es él el mismo Leon al que has escuchado decir solo un par de monosílabos y frases cortas?

Tiene una sonrisa floja adornando sus labios, apenas curvados, pero sabes que está sonriendo porque su entrecejo siempre fruncido está relajado y unos hoyuelos aparecen en sus mejillas.

Le das una mordida a tu pizza.

Bien, sí, este maldito está todo tranquilo aceptando este matrimonio. Alejándome de Luis, de mi vida, de mis derechos... Pero es guapo cuando no tiene cara de querer morirse.

Es lo que piensas.

Bueeeeno...

Ashley se levanta, casi de un brinco, del sillón y rodea las piernas de Leon, dándoles un empujoncito, y la mesita.

—Tengo tarea que hacer, me iré muuuuy temprano. ¿Me pasas tu número? Así podremos mantenernos en contacto, si necesitas algo —comenta, claramente hablándote a ti.

—Sí, eh... ¿Te dicto mi número?

—Leon, pásame el número de tu esposa. ¿Ok? Que no se te olvide.

Esposa. Su esposa.

Las palabras resuenan. Leon incluso gira la cabeza con rapidez, hacia su hermana, parece querer decir algo. Sin embargo, únicamente la fulmina con la mirada. Ashley parece comprender lo que su hermano está queriendo decirle, porque se apresura a subir las escaleras.

—¡Hasta en unos días, buenas noches! —grita, desde lo lejos.

Abajo gracias a que no hay ningún sonido lo único que se puede escuchar son las pisadas presurosas de Ashley y luego un portazo de una puerta. La de su habitación, supones.

El silencio ahora te rodea, a ti y a Leon, quien vuelve a beber de su vaso.

Con lentitud, muchísima, tomas otra rebanada de pizza. De algún modo sientes que si te mueves demasiado rápido Leon notará tu presencia, lo que es un pensamiento ilógico, lo mires por dónde lo mires.
No porque su hermana se haya ido significa que él mágicamente ha olvidado que existes.

Pero...

Pero por algún motivo te encuentras buscando a Leon. Él te está observando: sigue en la misma posición en la que lo encontraste cuando bajaste, aunque cuando sus miradas chocan Leon carraspera y se mueve. Parece incómodo con el hecho de que lo hayas descubierto viéndote.

Tampoco comprendes por qué te ha estado viendo con tanto ahínco; sus ojos fríos parecen querer escarbar en tu interior. ¿Tal vez está criticándote? ¿Pensando por qué una completa desconocida está sintiéndose tan cómoda en una casa a la que no pertenece? Lo último lo dudas, un poco, porque sabes por su comportamiento tan natural, que Leon está de acuerdo con el arreglo que las familias de los dos escogieron. ¿Leon también cree que un matrimonio sinsentido mantendrá a salvo la herencia de ambos?

Dos días son poco para dar un veredicto sobre una persona, aunque con la nula convivencia que has tenido con él te basta para saber qué clase de persona es. Un hombre frío. Que apenas y piensa en algo que no sean negocios.

Imaginarlo sin oponerse, sin dar ninguna resistencia, te hace sentir enfadada.

Te das cuenta, por cómo Leon de nuevo carraspea la garganta, que has estado observándolo. Inquisitoramente. Entonces por fin dejas de verlo.

Apenas ha pasado una hora y media desde que despertaste, aún así, te levantas también.

—Me iré a dormir. —dices, a modo de excusa.

Igual que hace rato Leon te da la impresión de querer decir algo.

Sin embargo se queda en silencio.

¿Ni siquiera buenas noches? Bien.

Sin mirar atrás, sintiendo los ojos filosos de Leon siguiéndote, subes nuevamente a tu habitación.

Betrothed Hearts [RE4R | Leon S. Kennedy/Lector | AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora