Capítulo 36: Liberación.

186 23 1
                                    

Sam Uley sabía perfectamente que en algún momento este día llegaría, desde que firmó su desvinculación con Leah atravesando su mirada con su prima Emily, quién se convirtió al instante en su impronta y vida al convertirse en protector de la tribu, supo que sus días tenían conteo.  Siempre pudo verla aunque sea de lejos, y aunque ahora ya no fuera su prioridad romaticamente hablando, ella se convirtió en parte de la manada una vez despertó aquel gen protector que nadie esperó ver en una mujer y no porque fuera comentario machista, sino porque nunca antes se había visto tal hecho en las tribus cercana ni en la tribu Quileute.

El despecho, la traición y el dolor que Leah poseyó en cuánto supo de la verdad tras pampalinas, supo que no podría ser perdonado por sus actitudes llenas de cobardía, todo porque su instinto lobuno necesitó para seguir existiendo a su impronta Emily, y ahora prometida. Su relación con la prima de su ex-novia iba viento en pompa y así como iba de bien, también le fue cayendo la realidad de que una vez Leah se haya imprimado ya no la vería nunca mas; aun cuando le exigiera permanecer a lado de la manada, la petición de la impronta era la única de romper la orden del Alfa, ya que es la máxima prioridad para el lobo quileute.

Tuvo tiempo para mostrarle lo arrepentido que estaba de haberla dañado tiempo atrás, tuvo deslices de mostrarle su dolor al desvincularse del futuro matrimonio que tendría con Leah, tuvo todo el tiempo que la vida se aseguró de darselo pero nunca podría haber estado realmente preparado para verla marchar. Aún cuando Leah había prometido visitar la tribu de vez en cuando, sabía perfectamente que podría ser cuando algunos se hayan desvivido en una batalla o bien por la propia naturaleza y las enfermedades.

Contó con un año más de convivencia con ella, gracias a todo el plan había sido un éxito. Los vampiros no se volvieron a involucrar con los Cullen ni con la hija del Sheriff, ya que se confirmó con creces que no los recordaba con el aspecto sobrenatural, en definitiva estaban a salvo los Swan.

La marcha de Leah se había pospuesto por un año, bueno unos meses más. Pero aún con ese tiempo sabía que sería un evento y cambio nostálgico verla partir, una vez los padres de Leah aseguraron de que avisarían cualquier estado de salud de ambos, tras esa promesa lograron convencerla de que era tiempo se marchar a su nueva aventura en una vida solo ellas dos.

También estaba al tanto que pronto loba e impronta serían una pareja matrimonial, solo que esperaban establecer su vinculo al mejor punto como para que todo resultase mas ameno. Sam no estaba obsesionado por Leah, pero le tenía un cariño que no se olvidaría como por arte de magia estando imprimado porque después de todo ... Ambos habían sido su primera vez en todo, su primer romance, su primer amor y su primer beso.

Y eso no sería para nada reemplazable. Era su primera experiencia sentimental humana, otra cuestion era ser protectores lobunos en su tribu, en esa vida otra persona gobernaba su rumbo y felicidad, pero esa era una primera vez normal para la vida sobrenatural que sus ancestros los habían envuelto.

—¿En qué piensas, cariño?—preguntó una voz dulce y rasposa, femenina mientras lo abrazaba por detrás del respaldero del sillón.

—Ah... En todos los cambios a los que hemos sobrevivido, superado y enfrentado pero por sobre todo, aceptar que mi lazo amistoso con Leah será un tercer plano cuando se marche. Fue mi mejor amiga, pensé que me iba a casar con ella aún siendo humano, y de un momento para otro los ancestros cortaron con todo porque nuestro destino estaba escrito con otros planes para cada uno. Mírala, se imprimó en una mujer que tiene mente de vieja, cuerpo enfermo pero extraño y para más estancado en una edad que si no fuera por esa altura extrema no sería siquiera aceptada en relación por quién las vieran. Es tan compleja su situación que me preocupa que al alejarse, no podamos salvarla en caso de necesitar ayuda...—expresó concluyendo sus ideas amontonadas en tanta reflexión.

—Muchos cambios que aceptar y adaptación a la nueva versión de vida de nuestros seres queridos, sería egoísta por nuestra parte si no dejaramos ir en libertad a mi prima. Tiene todo el derecho de hacer su vida lejos de quienes mas suplicio causó tras el secreto e ignorancia de la tribu misma, somos bendecidos por los ancestros al haber sido presentados por mi pariente lejana... Eir sabe lo que hace, no debes preocuparte por Leah, al menos no mucho más que como amigo, Sam —expresa Emily sentandose a lado de su lobo en el sillón, tomando su mano a modo de apoyo— Hoy se cierra una etapa, pero también se abren muchas puertas.

Sam no logra entender como su impronta, huella y compañera de vida es capaz de comprender todo más haya de sus palabras nostálgicas, de comprender lo hecho es que gracias a la comunicación y confianza ella no ha malinterpretado ninguna parte de su reflexión, por lo que suspira aliviado por no ser juzgado pero si guiado.

—¿Muchas puertas? A qué te refieres con eso?—pregunta el nativo Alfa.

Emily sonríe y sin poder evitarlo una lágrima se desliza por su mejilla derecha, al mismo tiempo que lleva la misma mano que tenía mimando antes, hacia su vientre aun plano.

—Tus sospechas eran ciertas, no era taquicardia o una anomalía en mi corazón, Eir me lo confirmó... ¡Estamos embarazados, cariño!—exclama tras una risa plena.

Los ojos de Sam se iluminan en cuánto su impronta le comunica la buena noticia, las comisuras de sus labios se estiran para arriba en una temblorosa sonrisa, al igual que las pestañas se le empiezan a humeder de lo emotivo que resulta aquello, verla feliz era lo único que les faltaba... Una bendición venía en camino, y era hora de que Sam Uley se enfocara en su familia con Emily, para dejar atrás lo que con Leah.

—¡Te amo tanto! ¡Voy a ser papá!

La abraza y deja montones de besos alrededor del rostro de su amada, totalmente agradecido por la recompensa de la larga espera.

[...]

Mientras el Alfa recibía esa buena noticia, al igual que cerrar ciclos. Leah prefirió despedirse solo de su familia prometiendo volver en cumpleaños o cuando fuera necesario. Siendo así, como al ser las doce del medio día, la pelirroja y la nativa parten de Forks hacia su nuevo destino.

América del Sur.

Un presente hacia Emily fue lo único que Sam Uley recibió de Eir como futuros padres, y por parte de Leah una carta donde todo ciclo llega a su fin.

Diciendo así:

Sam:

Hubieron muchas disconformidades entre nosotros, una historia inconclusa, peleas irracionales y juzgamientos innecesarios que me hicieron sentir fuera de lugar. Siempre creí que serías mi principe azul, mi mejor amigo y el que acompañaría en mi último aliento, pero ya comprendí tortuosamente que nuestro destino juntos nunca estuvo escrito; tal vez mi destino siempre fue mi impronta, y nunca tuve que tropezarme contigo porque espero que lo cobarde que eres, desaparezca con el tiempo... Lo que me hiciste durante todo este tiempo no te lo perdonaré, ni siquiera a la tribu por tratarme como un bicho, es por eso que a partir de hoy, me desvinculo oficialmente de la manada. Me iré con mi impronta lejos, y espero nunca más volver a coincidir contigo o al menos con esos de arrepentimiento porque en verdad no te pega. En fin, felicidades por librarte de mi, y espero sinceramente que hagas realmente feliz a mi prima.

Atte. Leah Clearwater.

La EX-NOVIA De Edward Cullen Where stories live. Discover now