Capítulo 11: Casi beso

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︿︿︿︿Problemas emergentes︿︿︿︿︿
·  ·  ·  ·son aquellos que irrumpen una y otra vez con características más o menos similares, y a los cuales no es posible orientar las acciones en lo que concierne a una solución.·  ·   ·  {✿}

En esos cuatro días, esperando la conversión del nuevo integrante habían ocurrido algunas cosas interesantes. En el primer día, Eir consiguió que Rosalie fuera a comer, quedando ella custodiando al cuerpo del neofito en proceso, la pelirroja se encontraba curiosa al ver como surgían los cambios.

Realmente nunca antes había sentido curiosidad por la conversión en otros, personalmente tuvo miedo de que si llegara a convertir a alguno su maldito don se volviera una mutación que llamase la atención de los Vulturi. Y aunque sonase una ocurrencia estupida, esto la mantenía al margen de la sociedad inmortal y de la atención de esos gobernantes. Su don no era útil en ningún sentido, por eso siempre pasó desapercibida en relación a sus visitas por Volterra u otro lugar, su condición física era quien la hacía ser vista pero su don la dejaba como una vampiro inofensiva para su fortuna.

Pero volviendo de nuevo al caso, observar al joven que había sido mutilado por zarpas de osos, y que estas fueran sanando, su piel volviendose pálida y mas esbelta, al igual que el sonido del corazón ya mudo sin los fluidos de la sangre corriendo por sus venas, era realmente una maravilla de admirar. Este humano no había sentido un dolor o demostrado ninguno, podría ser por el dolor de ser desgarrado por osos o la misma impresión lo que habían causado la muerte de la percepción del dolor y la agonía.

Ser vampiro, conllevaba sentir tu muerte tan dolorosa y ver partir tu vida mortal lejos de tu misma realidad, creando una cáscara vacía y hermosa al nuevo mundo, en este mundo inmortal donde todo el ser humano solo veía perfecciones pero solo un vampiro mismo podía ver la cruel realidad de la belleza simulada por la inmortalidad.

-No entiendo tu admiración, más bien es aburrimiento. Tu vida es tan aburrida que todo lo ves, te parece una maravilla.-comentó el cobrizo rompiendo el silencio en el ambiente.

Edward se encontraba mirando a la pelirroja desde el marco de la puerta, cruzados de brazos.

-Eres un molesto chismoso. -corresponde la pelirroja ante interrupción.- Si así es mi percepción tan solo ignórame.

-No quiero, yo si admito que estoy aburrido. -contesta el cobrizo con una pequeña sonrisa petulante.

La pelirroja aliviada por no tener su don activo, pero aún así corresponde esa sonrisa porque muy en el fondo su sonrisa le alegra el día.

-Entonces la quieres pasar a mi lado. -afirma extrañada.- ¿Por qué?-frunció las cejas al preguntarlo.

-No lo sé, pero si tiraré al infierno mis problemas emergentes, mejor hacerlo viéndote.-contesta sincero, aunque su boca refleja una mueca.

-¿Problemas? ¿Qué clases de problemas emergentes puede tener usted? -pregunta curiosa mientras observa por un momento al futuro compañero de Rosalie.

Esto hace que Edward incómodo por no tener de nuevo su absoluta atención se sienta inquieto, por lo que se desencanta de la idea de estar alejado para acercarse a ella. Eir Young, se encontraba sentada sobre una silla no muy cerca ni lejos del humano en estado de conversión.

-Mis sentimientos están inestables, al igual que mis pensamientos. Más aún desde tu llegada. ¿Tienes alguna idea de porqué?-pregunta estando más cerca de ella.

Eir salta ligeramente sobre su asiento al sentirlo tan cerca, y no a una distancia prudente, dejando nuevamente su atención absoluta en el cobrizo.

-Realmente no tengo ni la más pálida idea ante eso.-contesta sorprendida.

-Usted me confunde demasiado, ¿Aunque sea no te imaginas algo siquiera?-pregunta inconforme al quedar tan prendado en la bella mirada de confusión instalarse en ese rostro.

-¿Cómo? Que yo sepa, es usted quién no me habla sin mucho rodeo.-contesta intimidada ante los ojos dilatados del joven que lo mira con una sonrisa torcida.

-Tu me confundes, de un momento a otro me dices que me quieres cerca. Pero luego me alejas. ¿Qué es lo que buscas de mi?-pregunta Edward acercandose a Eir, haciendo que esta curve su asiento hacia la pared. Ambos dejando como segundo plano al humano en conversión.

La pelirroja nerviosa de pies a cabeza trata de hacer un espacio prudencial entre ellos con su mano derecha puesto en el torso del cobrizo. La química y tensión se reflejaba perfectamente en sus cuerpos tensos, pero inconscientes de disfrutar de la cercanía del otro con el otro.

-Te alejo por temor a mis propios prejuicios. Noto tantos en ti, que me hacen sentir insegura que si los tuyos y los míos sean uno mismo, nos depare peleas juntos que una felicidad de gozo. -contesta Eir, mirándola nerviosa aunque los labios de Edward se le hacían tan irresistibles.

-Si no lo intentamos, nunca lo sabremos. ¿Qué puede ser peor?-pregunta mientras se va acercando cada vez mas, también ansioso de besar aquellos labios naranjos opacos, sediento de sentirlos de nuevo.

-El rechazo. -contesta tímida y revelando su verdadera mirada de tristeza. Cual si fuera una niña, un temor tan común y tonto, tan capaz de dañar a cualquiera. En el reflejo de esos ojos verdes, una niña con temor a ser dañada aún existía.

Edward se sintió abrumado e intimidado por la ternura e impresión de notarlo, que llevó su mano hacia la mejilla de la pelirroja y se la acarició. A la misma vez que reposó su frente en la de la mujer. Claramente, Edward había bajado la altitud de la silla para hacer toda esa muestra de afecto.

-Te necesito Eir. Y no creo ser capaz de alejarme por el dolor y temor al rechazo-contesta sincero, mientras Eir lo mira perdida e intimidada.

Sin embargo, el momento es interrumpido por un pequeño repiqueteo en el marco de la puerta.

-Si no van a besarse ya de una vez, creo que es mejor que resuelvan sus problemas lejos de este ambiente. Respeten un poco la privacidad y espacio de mi compañero.-comenta Rosalie entrando y llegando bien cambiada y con una mejor vista de sus ojos saciados de la sedienta sed de antes.

Edward enseguida se separo como si aquello le diera demasiado vergüenza, y más cuando los habían descubierto. Nervioso se fue tan como vino, mientras que la pelirroja recupera su color de mortal, su don activado demostraba en rubor a tope, haciendo notar sus pecas.

-Me rescataste a tiempo, Rose.

-Son muy anticuados. Deben besarse ya, que su energía sexual ya empieza a pesar, y no seré la única que se los dirá.-comenta Rosalie con una sonrisa divertida al verla así.

El amor estaba haciendo de las suyas, solo era cuestión de tiempo a que los compañeros se dieran cuenta del error de estar apartados, les estaba causando.

La EX-NOVIA De Edward Cullen Where stories live. Discover now