43

1.6K 83 6
                                    

Me desperté alrededor de las tres de la mañana, levanté mi cabeza y la observé, ella aún estaba allí conmigo, no lo podía creer. La tapé mejor y ella ronroneó, lo que me estremeció de amor. Sonreí al verla como se acurrucaba más a mi. Besé su mejilla, y ella se movió para recibirlo mejor.

- ¿No puedes dormir? - preguntó adormecida. Su voz ronca es tan linda.

- Solo chequeo que estés bien - sonrió con los ojos cerrados.

- Estoy bien - Dijo acercándose en la parte de abajo. No pude evitar y llevé un brazo alrededor de su cintura, apretándola.

Cerré los ojos nuevamente para dormir con ella.

(. . . )

Desayunamos entre miradas y sonrisas. Cada vez que ponía mis ojos en ella, encontraba algo diferente para admirar, desborda ternura en sus ojos, su nariz. Lo más lindo de ella son sus labios. Oh, sus labios, si que son lindos. . . y no me voy a negar a decir que son apetecibles todo el tiempo. Podría besarla ahora.

Ella rodeo la mesada y se sentó sobre mi pierna bebiendo su taza humeante, caliente. Igual que ella en boxers femeninos ajustados, con la remera que decía "¿Quieres ser mi novia" puesta. Su cabello revuelto. Sus mejillas rojas. Su perfume. No puedo más. No puedo, lo juro.

- Eres muy hermosa, Hanna - la abrazaba por la cintura. Con disimulo apretándola sobre mi. Ella no decía nada, solo sonreía bebiendo su té. Probablemente conciente de lo que hago.

- Tienes lindas piernas - suelta un suspiro divertido con la boca llena.

- Y tienes lindas manos. - besé esa parte mientras ella bebía otro sorbo haciéndose la tonta. Ignoradome.

- ¿Sabes que me gusta más? - me mordí los labios.

Me miró fusilandome.

- ¿Mi culo? - rodó los ojos y negó. Reí.

- Me vuelves loca. - besé su mejilla.

- ¿Vamos a comprar para cocinar? - deja la taza. Me rodea con un brazo y sostengo de su cuerpo sobre mi.

- ¿Cocinar? ¿A qué hora vienen tus padres?

Se encoge de hombros.

Suspiré.

- Bien. Ve a vestirte. Tengo una idea.

Ella me dió un pico y subió las escaleras entusiasmada.

Terminé de desayunar y guarde las cosas, Hanna dejó su teléfono en la mesada y se iluminó. Se que no debía hacerlo pero la notificación quedó allí lo suficiente para que pueda leerla.

Papi

" Cariño, siento mucho que hayas tenido que estar sola anoche. La vecina me dijo que regresaste. He salido para el hospital, descuida no es nada grave. Volveré por la tarde. Te quiero "

Solté un leve suspiro. Otra vez la ansiedad por saber qué sucede realmente en su vida me recorrió el cuerpo. Me desespera no saber, o poco y nada. Y ella no quiere hablar sobre eso nunca.

Ella bajó con un vestido y una chaqueta. Cai enamoradisima con su look y la besé tantas veces como quise antes de salir.

Cerró la puerta y fui al garaje de casa. Mamá podaba el césped y me miró de arriba abajo.

- Hasta que decides aparecer.

- Buenos días. - sonrió Hanna a mi lado.

- Buenos días, ¿Se puede saber dónde van?

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora